Armas

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Después de la victoria sobre el Equipo Y, el ambiente en el comedor era de pura celebración. Los miembro del Equipo Z tenían frente a sí dos filetes de carne, una recompensa por los dos goles que aseguraron la victoria. Mientras todos devoraban su trozo del filete, las conversaciones giraban en torno al increíble gol de Isagi y a la extraña habilidad que había demostrado al "oler" el gol antes de que sucediera.

—¿Cómo supiste que debías ir por ese balón, Isagi? —preguntó Bachira, con la boca llena de carne.

—No lo sé —respondió Isagi, aún sorprendido por su propio desempeño—. Fue como si pudiera oler el gol... como si algo en el aire me dijera que ese era el momento.

Los demás lo miraron con asombro, mientras intentaban comprender lo que Isagi había descrito. La posibilidad de que esa "habilidad" fuese su arma en Blue Lock comenzaba a tomar forma. Pero mientras celebraban, Isagi recordó algo más: fue gracias a Hunter que había logrado sobreponerse a su parálisis mental y tomar la decisión de ir por el balón.

Isagi giró la cabeza para buscar a Hunter y preguntarle, pero antes de que pudiera decir algo, los demás volvieron a animarse, interrumpiendo el momento. Decidió unirse a la celebración y dejar la conversación para más tarde.

Esa noche, mientras todos dormían, Isagi no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en el campo. Se levantó con la intención de ir a la sala de monitores para ver de nuevo su gol y analizar cada detalle. Sin darse cuenta, despertó a Hunter, quien decidió seguirlo en silencio, intrigado por lo que Isagi podría estar buscando.

Al llegar a la sala de monitores, Isagi se sorprendió al encontrar a Chigiri ya allí, observando en silencio las repeticiones del partido.

—¿Chigiri? —preguntó Isagi, acercándose.

Chigiri apartó la mirada de la pantalla, claramente incómodo por ser descubierto.

—Estaba viendo tu gol, Isagi. Fue impresionante.

Isagi aprovechó la oportunidad para preguntarle a Chigiri sobre su arma, esperando entender mejor al enigmático compañero de equipo.

—¿Cuál es tu arma, Chigiri? —le preguntó, con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Chigiri suspiró, su mirada fija en el suelo. Después de un largo silencio, confesó:

—Hace un año, me rompí el ligamento de la rodilla derecha. Los médicos me dijeron que si sobrepasaba mis límites podría romperlo de nuevo, y esa vez sería el final de mi carrera. Vine a Blue Lock para tener una excusa para dejar el fútbol. Así, si fracaso, no será porque no lo intenté, sino porque no tenía otra opción.

Isagi, impactado por la confesión, intentó animar a Chigiri, recordándole que cumplir un sueño siempre implica riesgos. Pero sus palabras solo enfurecieron a Chigiri, quien, sintiéndose incomprendido, salió de la habitación abruptamente.

Sin embargo, al salir, Chigiri se encontró con Hunter, quien lo detuvo antes de que pudiera alejarse demasiado. Sin decir una palabra, Hunter lo condujo a un lugar más apartado donde pudieran hablar sin ser escuchados.

—¿Por qué estás aquí realmente, Chigiri? —preguntó Hunter, con una voz fría pero calculada—. ¿Vas a dejar que una lesión defina quién eres? ¿O te da miedo que, incluso sin esa lesión, no seas lo suficientemente bueno?

Las palabras de Hunter fueron duras, pero lograron tocar una fibra sensible en Chigiri. Lo que Hunter insinuaba no era solo sobre la rodilla de Chigiri, sino sobre su miedo a fracasar, a descubrir que sus sueños podrían estar fuera de su alcance.

—¿Y qué si no soy lo suficientemente bueno? —respondió Chigiri, tratando de mantener la calma, pero sin poder ocultar el temblor en su voz.

Hunter lo miró fijamente, con una sonrisa que no llegaba a ser del todo amigable.

—Entonces, mejor que lo descubras ahora, ¿no crees? Porque aquí, en Blue Lock, o luchas por tu sueño o aceptas que no tienes lo que se necesita. Pero si decides luchar, entonces tendrás que dejar atrás ese miedo. Solo así podrás encontrar tu verdadera arma.

Las palabras de Hunter resonaron en Chigiri durante el resto de la noche. Sabía que Hunter tenía razón, pero no estaba seguro de si estaba listo para enfrentarse a ese miedo. Aún así, la semilla de la duda había sido plantada, y Chigiri no podía ignorarla.

Al día siguiente, mientras todos entrenaban, Ego apareció en la pantalla del gimnasio para anunciar los nuevos rankings individuales, basados en los goles marcados. Isagi fue sorprendentemente clasificado como el número uno del Equipo Z, seguido por Kunigami en el segundo puesto y Hunter en el tercero. Ego les recordó que debían empezar a desarrollar sus armas individuales si querían sobrevivir en Blue Lock y anunció que el próximo partido sería al día siguiente, contra el Equipo W.

Tras el anuncio, todos se lanzaron a correr, tratando de mejorar su físico. Chigiri, sin embargo, decidió tomarse un respiro y fue a ducharse, mientras Hunter, con una vaga idea en mente sobre lo que quería que fuese su arma, se dirigió solo a la oficina de Ego.

Hunter solicitó algunos libros de física, lo que sorprendió a Ego.

—¿Para qué necesitas libros de física en Blue Lock? —preguntó Ego, intrigado—. Estudiar no te servirá aquí.

Hunter, sin mostrar emoción alguna, solo respondió:

—Solo espera y veras como al final todos caerán.

Ego, intrigado por la misteriosa actitud de Hunter, accedió a su petición.

Más tarde, en la reunión de estrategia para el partido del día siguiente, Kuon volvió a sugerir un plan. Sin embargo, esta vez Hunter ya tenía una idea bastante clara de lo que estaba pasando con Kuon y sus verdaderas intenciones. Algo oscuro se cocía a espaldas del equipo, y Hunter estaba decidido a desenmascararlo. Pero, al igual que en el partido anterior, decidió esperar hasta el momento adecuado para actuar.

La tensión en el equipo era palpable, y la verdadera batalla estaba a punto de comenzar. Hunter sabía que su tiempo para brillar se acercaba, y que en el próximo partido, no solo se jugaría la victoria, sino la confianza de todo el equipo.

Supervivencia en Blue LockWhere stories live. Discover now