Capitulo 6: Dudas y Rumores

113 21 4
                                    

Recuerdo hace unos cuantos años cuando Kanroji nos contó sobre su vida en el pueblo donde creció. Las constantes burlas de parte de otras jóvenes, el rechazo hacia ella de los alfas y los chismorreos inventados por las mujeres adultas para evitar que alguno de sus hijos se fijará en una omega tan "poco femenina". Sin embargo, en ese entonces yo debía de tener al rededor de los quince y no logre comprender el verdadero impacto que las palabras podían llegar a tener en una persona. Hasta ahora.

Hacia solo una semana desde que cumpli el tercer mes y medio de embarazo, sorpresivamente mi vientre creció del tamaño de una toronja en cuestión de pocos días, mis hormonas se regularon y pasé la etapa de los vómitos. Sin embargo las cosas nunca podían ir bien. Sabía que era solo cuestión de tiempo para que los cazadores comenzaran a sospechar sobre mi embarazo, todo incremento aun mas con mis constantes visitas medicas a la finca mariposa a pesar de no estar participando en las misiones. Rapidamente varios cazadores alinearon las pistas de mis consultas con mi cambio fisico actual y en un par de horas el chismorreo de que estaba embarazado se esparcio dentro de la cofradía.
Aun asi decidí no tomar cartas en esto y dejarlos hacerse de chismes, sin embargo, no crei que los pequeños cotilleos que escuchaba a mis espaldas pudieran escalar y volverse tan, agresivos.

— Todo parece estar en orden —  Dijo la beta mientras anotaba algunas cosas en su libreta - ¿Muichiro?

— ¿Ah?, lo siento... ¿Dijiste algo? —  Respondí regresando a la habitación.

— ¿Esta todo bien cariño?, toda la consulta estuviste bastante callado y perdido.

— No es nada. Solo estoy un poco cansado, ¿me puedo ir ya? — Le dije tratando de apresurar la conversación.

— Claro. Solamente quisiera avisarte que haremos un viaje a Tokio dentro de dos semanas, iremos a conocer el consultorio en donde darás a luz y tendrás una cita médica con un doctor especialista en embarazos de omegas hombre.

— Ya veo, prepare mis cosas entonces. — La chica asintió y me acompaño hacia la puerta de salida para luego recibir a un cazador con una herida en la frente.

Al salir de la finca recorri los pasillos tranquilamente, hasta que de repente un grupo de cazadoras jóvenes se paro frente a mi interceptadome justo antes de que logrará llegar a la salida.

— Oh vaya, ¡los rumores eran ciertos! —  Chilló una de ellas sin vergüenza alguna.

— Quien diría que el "pequeño omega" de los hashiras terminaría así —  Murmuró otra en un tono de voz perceptible a mi oído.

Solamente rodé los ojos ante sus comentarios, no tenía ganas de responder u confrontarlas.

— Si me disculpan... — Me despedí tratando de ser cortez, las chicas se alejaron entre cuchilleos llenos de risas.

Un feo nudo se me formo en la garganta. No era tristeza ni nada parecido, tenía ganas de llorar por la furia que todo esto me daba.

Desde mucho antes de presentarme como un omega ya tenía las cualidades físicas de uno, bajito, delgado, piel blanca, etc. Cuando era niño varios hombres alfas le ofertaban a mi padre grandes cantidades de dinero por intercambiarme a mi o a mi hermano en un trato matrimonial, por suerte ellos siempre se negaron y nos mantenían a salvo en nuestro hogar. Sin embargo eso no evito que desde temprana edad escuchara toda clase de burlas hacia los omegas hombres. Un subgenero inferior a la mujer omega, usados sólo como objeto de placer o para dar crías. Las ancianas incluso se atrevían a decir que éramos algún tipo de maldición para los alfas y apareciamos para dar maña suerte y romper hogares. La cofradía no fue una excepción, a pesar de ser un hashira y de que muchos me respetarán habia otros quienes dudaban de mis capacidades y solían ignorar mis órdenes, siempre burlándose en las sombras, sin embargo, con la recién e innegable noticia de mi embarazo ya no tenían la necesidad de guardarse nada en el pecho y podían decir abiertamente sus insultos hacia mi. Ahora con esta reciente situación, sabia que seguramente no tardarían en atraverse a tratar de humillarme de frente.

Un nuevo futuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora