ARES

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Damián tenía varias teorías que desglosar y analizar con cuidado antes de encender mecheros y mezclar compuestos en matraces. Partió de una premisa: la aplicación de ingeniería genética o manipulación directa del material genético de un organismo unicelular, en este caso el virus del VIH, para cambiar a conveniencia su forma y sus funciones. Determinó, inspirado, que para aniquilar una infección por el virus del VIH no se debía pensar en fortalecer más el Sistema Inmunológico usando medicamentos, sino mantener la estabilidad natural de éste y usar el mismo virus modificado (y estéril) como agente curativo. Desglosó la idea y estudió en detalle las dos moléculas de Ácido Ribonucleico del VIH, midió la proporción de nucleótidos a través de la secuenciación y sorteó la posibilidad de crear decenas de virus del VIH con distintas capacidades y cultivarlos. Era viable el propósito.

Más allá de la inspiración, existía el contexto totalitario: él estaba radicado en España, donde estaban su trabajo, sus estudios y las personas que le daban afecto; no era su deseo regresar a Venezuela con precipitación y azar, como si apostara a la lotería, sabiendo que allí su estabilidad se vería de nuevo quebrantada. Tampoco era posible vivir entre España y Venezuela, viajando cual canciller una vez a la semana, vendiendo su suerte a un avión —en los que de paso era difícil concentrarse— y gastando mucho dinero en boletos. El plan que le resultó más obvio fue el de dividir las responsabilidades: producir ciertas combinaciones del virus en un laboratorio español y otras en un laboratorio venezolano, mientras existían comunicaciones constantes entre los científicos de cada laboratorio a través de teléfono o internet.

Angélica se comunicó con Raymond poco después de la visita de Damián para contarle todo y él, al escuchar la frase cura del VIH, sintió que le estaban tomando el pelo. Ella explicó con detenimiento la fantástica idea que tuvo Damián; le pidió (suplicó, casi) que se integrara al grupo, le dijo que necesitaban personas a las que les interesara la genética, dispuestas a trabajar el tiempo necesario. La principal traba para Raymond era el mismo Damián, tener que trabajar bajo su mando, como si no hubiese sido suficiente la humillación que sintió esa vez cuando le tuvo de frente en el Pabellón 3 de la Universidad Simón Bolívar. Angélica le aseguró que no tendría que verlo, que Damián seguiría viviendo en España y que sólo se pasaría por Caracas unas cuantas veces al año para chequear la correcta fluidez del proyecto. Raymond dijo: «Parece interesante... Está bien. Los ayudaré». Esperó a que lo llamaran para las reuniones introductorias.

Angélica recordó que el profesor Leonardo Gallardo, decano de la escuela de Biología de la Universidad Simón Bolívar, le comentó, poco después de que Damián se mudara a España, que el Ministerio de Ciencia y Tecnología había mostrado su disposición para becarlos después del maravilloso trabajo de investigación sobre el cerro Ávila. Ella se reunió con Gallardo en enero de 2005 para comentarle que era momento de usar esa beca, y se encontró con una reacción de escepticismo de su parte, la misma reacción de escepticismo que tuvo Raymond cuando le explicó el propósito. Después de oír los detalles, Leonardo se emocionó y se comprometió a usar sus influencias dentro del Ministerio para que el dinero y las instalaciones (laboratorios) fueran otorgados lo antes posible. Le exigió una copia del proyecto en físico —que probablemente tendría que ser defendido ante una comisión nombrada por el mismo Ministerio— y también exigió que lo nombraran tutor metodológico, lo que sería un fuerte reconocimiento en su curriculum vitae si la investigación era un éxito.

Dos meses después de que Angélica le entregara el proyecto al profesor Gallardo, él la llamó para darle dos noticias, una buena y una no tan buena (no necesariamente mala): La buena era que el Ministerio estaba dispuesto a financiar el proyecto, por la envergadura de éste, y la no tan buena era que no podía darse el lujo de financiarlo durante más de tres años o no más allá del año 2008. Angélica aseguró que no importaba, que aceptara lo que fuera y se trabajaría en función de eso.

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