EPÍGRAFE

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(...) Pero atacada por una enfermedad que no perdona y cuyo carácter inexorable, presumiendo de conocimientos médicos, creía conocer, temía no poder vivir hasta entonces. Por lo menos aquella noche era feliz al pensar que todas estas mujeres a quienes apenas conocía verían al lado de ella a uno de sus amigos, el joven marqués de Beausergent, hermano de la señora de Argentcourt, que frecuentaba por igual las dos sociedades, y con cuya presencia les gustaba mucho a las mujeres de la segunda ornarse ante los ojos de la primera.

El mundo de los Guermantes

Marcel Proust

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