PRIMERA PARTE

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Quizá al aliento, insensible como el del viento en la flauta de una caña, se mezclaban en aquel canto algunos de esos suspiros más humanos que, libertados por la proximidad de la muerte, hacen creer en impresiones de sufrimiento o de felicidad en aquellos que ya no sienten, y venían a añadir un acento más melodioso, pero sin cambiar su ritmo, a la larga frase que se elevaba, subía aún más, decaída luego, para lanzarse de nuevo, del aliviado pecho, en persecución del oxígeno.

El mundo de los Guermantes

Marcel Proust

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