Tres ❤️

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26 Enero, 1867, Nicolás

-Entonces... - Max sonríe con los labios apretados y rascándose la barba de la mejilla- ¿eres libre? ¿Puedes volver al Palacio cuando quieras sin ser castigado? - Margarita entorn los ojos y estos adquieren un lindo brillo; asiento ante las preguntas de Max.

Javier se sienta al lado de Margarita y le besa la mejilla, a lo que ella responde con una sonrisa encantadora y sigue comiendo, igual que Sofia y Lilou.

Juego con la comida en mi plato; hoy sin duda es un día complicado, todo a cambiado, soy consciente de ello; antes una seguridad en mí que ya no existe me llevo a hacer grandes cosas, a enamorar a Margarita, a ser feliz. Y me arde el corazón al ver las muestras de afecto de mi amada y Javier, no entiendo la relación entre ambos y temo que ya sea demasiada profunda como para darlo por perdido.

El soldado sin duda es guapo, con buen porte, y más joven que yo, aunque para ser soldado debería ser mayor...

-Javier- el aludido me mira distraído y con una ceja enarcada- ,¿qué edad tienes? - suelto en un p suspiro y doy un pequeño trago a mi copa de vino, esperando su respuesta.

-19- sonríe entrando en mi juego- ,¿y tu?

Nos miramos desafiantes unos segundos, solo me centro en sus ojos negros y sus largas pestañas que casi aletean cuando pestañea.

-21, todavía soy joven, aún me queda una vida por delante y muchas cosas que hacer en ella- el sonríe perverso y posa sus dedos en la rodilla de Margarita, sabiendo que ese detalle solo hará estallar algo en mi lleno de ira y celos.

-Pronto casarte no será una de ellas- mi corazón da un vuelco, y Margarita tose escandalosamente.

Max observa el ambiente tenso y su fisgona prometida- a la que ya por cierto odio- , finge darle una crema a su hijo pequeño, pero sus ojos como cuencas se retuercen inspeccionando cada menor y superficial movimiento.

Dirijo mi atención al apuesto soldado, que me mira con una sonrisa triunfante después de salir victorioso en nuestra pequeña pero relevante batalla; mi yo pasado habría contraatacado con ingenio, lo sé, pero a pesar de querer hacerlo, siento un vacío entre los pulmones que me quita la fuerza para salir adelante, y un tiroteo en el cerebro que me recuerda incansablemente que desencajo en la actualidad, que el pasado me encerró y ahora todas las novedades me pisotean el autoestima.

Lilou se levanta limpiándose los labios manchados de salsa con una servilleta de tela; empieza a recoger todos los platos y cubiertos evitando mirarme igual que lleva haciendo desde que aparecí.

-Señorita- dice de pronto- ,¿traigo el postre?
Margarita le mira riendo por un comentario que no escuche.

-No querida. Hoy no habrá postre. Nuestros invitados ya se marchan- su voz sale sin emoción alguna cuando mira a Max con indiferencia.

-Si, si, nos vamos- este sonríe y coge en sus brazos a Felipe, que cierra los ojos en cuanto su cabeza se apoya en el hombro de su padre, y empieza a roncar-. Venga, cariño, veámonos a casa, los niños tienen sueño- Sofía asiente y abraza a Margarita y Javier antes de despedirse de Lilou y salir con Paquito.

Tamborileó los dedos en la mesa impaciente por verlos desaparecer; Max se despide de mí con un movimiento de cabeza que no correspondo, por lo que se va amortiguando.

-Debería irme. Mañana será un día complicado- Javier se levanta de la mesa y estrecha entre sus brazos a Margarita, y le besa la frente- ; buenas noches, cariño.
-Buenas noches.

Me encojo en mi sitio y el soldado me mira sin pena o vergüenza, para lo que la vida ya me acostumbro. Javier se marcha con pasos alegres (que no logro comprender) y Lilou sigue lavando la vajilla en la cocina, desde donde es imposible que nos vea o escuche; solos Margarita y yo.

Me levanto y  me dirijo hacia ella hasta posicionarme tras su falda, que se mueve con dicha a través del pasillo oscuro por el que caminamos; el mismo perro que apareció antes en el taller viene hacia nosotros pegando gritos y ladrando con entusiasmo entre nuestras piernas, como si amenazase morderlas.

Margarita se agacha y le acaricia el lomo grisáceo, mientras el animal lame su rostro y parece sonreír, con sus labios extendidos y sus ojos azul claro brillando.

-¿Es... tuyo? - preguntó nervioso sin saber qué hacer. Finalmente, decido agacharme y posar mi atención en el perro. Margarita asiente, y ese conocimiento me da más tranquilidad- ¿Cual es su nombre?

Entorna los ojos y me mira con una mueca divertida que me hace reír.

-Maxcedonia- lo admito, no me lo esperaba. A pesar de sentirme perplejo, no puedo evitar romper a reír al imaginarme a Max convenciéndole para ponerle ese nombre al pobre animal, que seguro ahora le detesta-; si, Max tuvo algo que ver- sonríe y el perro - como si fuese una orden -, firmemente, se voltea y salta a mis brazos, besando mi mejilla y acariciando mi frente con la punta de su oreja.

Ambos nos levantamos dejando a su mascota en el suelo mirándonos con fijeza.

Detallo a Margarita, sus enormes cambios físicos: sus pómulos ahora más marcados, su dentadura ahora adulta, sus ojos más brillantes y con pestañas más largas, su cabello ya es extenso y perfectamente cuidado; esta delgada pero sin llegar a aquel extremo insano del pasado;su  cadera ahora más ancha, sus pechos ya de mujer y no de niña, su clavícula se intensificó; todo en ella cambió y yo no estuve ahí para presenciarlo.

-Necesito besarte- me ruborizo al darme cuenta de que no quería que esa frase saliese de mis pensamientos.

Ella se acerca a mi y me rodea el cuello, acercándose hasta que nuestras respiraciones chocan entre ellas al nuestros pechos subir y bajar.

-Te vas a casar- se me congela el corazón con miedo a nunca poder volver a besarla-, y ya he conocido a tu futura esposa, es encantadora, y...- le miro con pena y frunciendo los labios para que estos no terminen acariciando su piel- , un tanto presumida- me mira durante largos segundos en los que la detallo como a una gema, como se debe admirar a un tesoro; la iluminación de esperanza y alegría chispeando en sus ojos, sus pupilas dilatadas que hacen acelerar mi corazón-. Deberías marcharte- ladea la cabeza, pero mi mano en su mandíbula la detiene y acerca su rostro al mío, sus labios a los míos. Me permito cerrar los ojos y me aseguro de no estar soñando-. Vas a casarte.

Mis labios vuelven a interrumpir sus palabras.

-Ya le encontraremos remedio, siempre lo hacemos.

Le guiño un ojo, ella pone los ojos en blanco, y siento que recupero una parte de mi esencia pasada que se que devolveré a mi. Margarita ríe junto a mi, no importó el tiempo que nos separó, nos esperamos mutuamente, pues nos debíamos un "te quiero".

-Te quiero- susurra.

Ok q les pareció este cap? ❤️‍🩹 se reconciliaron muy rápido xd :)
    En fin mil graciass a todos lo lectores de este libro os lo agradezco mucho vuestro apoyo 😘
Buen día besoss!!

Florecientes bajo la luna [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora