La Clase 1-A recibe una tarea inesperada: cuidar de bebés. Mientras los estudiantes se adaptan a sus nuevos roles, Bakugo y Ren se ven envueltos en una dinámica compleja. ¿Podrá Bakugo controlar su temperamento y conectar con el bebé? ¿Qué pasará co...
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𝐋𝐔𝐍𝐄𝐒 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄, 𝐑𝐄𝐍 𝐒𝐄 𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐁𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐋𝐀𝐍𝐃𝐎 𝐂𝐎𝐍 𝐔𝐑𝐀𝐑𝐀𝐊𝐀 sobre que habían repasado ese día, el día en el cual había faltado.
— ¿Pasaron bastantes cosas?. — Ren preguntó, mirando a la castaña que amablemente le había prestado su cuaderno para copiar todo lo que habían escrito ese día.
— Algo así Ren. Intente anotar lo más importante, pero igual escribimos bastante. — Uraraka suspiró, con cansancio evidente en la voz.
— Muchas gracias por prestarme los apuntes. Cualquier cosa que necesites, no dudes en pedirme ayuda. — El pelirrojo le dedicó una sonrisa a la chica.
— No te preocupes, Ren. Tú ya hiciste mucho por mi, me ayudaste cuidando a mi niña mientras tu estabas cuidando de tu niño. —
— De todas formas, muchas gracias. Mañana te los devolveré sin falta. — Ren se despidió de su compañera, y ella asintió con comprensión.
— Tárdate todo lo que quieras, no hay prisa. — Uraraka le respondió con una sonrisa agitando su mano en forma de despedida.
Ren que se quedó solo en el sofá, viendo el cuaderno entre sus manos y suspirando. Lo hojeó y solo con ver tres páginas ya se imagino que iba a pasar toda la noche escribiendo.
Cerró los ojos y se recostó en respaldo del sillón. Sintió que alguien se sentaba a su lado. Era Bakugo.
— Bakugo ¿Dónde dejaste a Kenji?. — Preguntó Ren, sin abrir los ojos.
— El mocoso termino de comer y ahora esta dormido. Lo deje con el pelo pincho, es como una maquina programada. —
— ¿No estás cansado?. — Ren abrió los ojos y vio al rubio sentado a su lado. Bakugo ya lo estaba mirando.
— Una mierda. ¿Qué vas a hacer con el cuaderno de la cara redonda?. — Preguntó, viendo el cuaderno en las manos de Ren.
— Ah, esto. —Ren miró la libreta.— Se lo pedí prestado porque escuché que habían dado demasiados apuntes. Haré una copia para ti también. Después de todo, fue mi culpa que rompieras tu racha de asistencia.
— Eres idiota. —Bakugo aparto la mirada, pero Ren lo observaba con atención.— Después de todo, yo tampoco escuché la estúpida alarma.
— ¿Estas sugiriendo que también es tu culpa, Katsuki?. — Ren se inclinó un ligeramente hacia adelante, sus ojos clavados en Bakugo.
