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La fiesta había terminado. Los invitados se fueron poco a poco, dejando un silencio apacible que envolvía el jardín del Clan Hyuga. La luna, alta y brillante, iluminaba los alrededores como si quisiera bendecir lo que acababa de suceder. Ahora eran solo ellos tres: Hinata, Kakashi y Sasuke. Era su momento.

Se alejaron de la residencia Hyuga, caminando juntos hacia un pequeño claro que habían descubierto días antes. Allí, la brisa fresca acariciaba los árboles, y las luciérnagas flotaban en el aire como pequeñas estrellas vivas.

- "Al fin solos" - murmuró Kakashi, quitándose la máscara para dejar al descubierto esa sonrisa sutil que siempre reservaba para los momentos especiales.

Sasuke se apoyó en un árbol mientras observaba cómo Kakashi se acercaba a Hinata y la atraía hacia él. En su abrazo había una mezcla perfecta de calidez y confianza, como si siempre hubiera sabido que este momento llegaría. Hinata sonrió con dulzura y se acurrucó en su pecho. Por un segundo, Sasuke pensó que podía envidiar la tranquilidad con la que Kakashi la sostenía.

Pero luego, ella se volvió hacia él, su sonrisa iluminando la noche.

- "¿Vienes, Sasuke?" - preguntó suavemente.

Sasuke no pudo evitar soltar un ligero suspiro antes de acercarse. No era un hombre de muchas palabras, pero Hinata siempre supo leer lo que no decía. Kakashi lo miró por encima de la cabeza de ella, y en ese cruce silencioso de miradas entendieron que estaban exactamente donde debían estar.

Se sentaron bajo los árboles, con Hinata entre ellos, su cabeza apoyada en el hombro de Kakashi y su mano entrelazada con la de Sasuke. No necesitaban hablar. El silencio entre ellos no era incómodo; era un lazo invisible que los unía de una forma más profunda que cualquier palabra podría expresar.

Después de un rato, Kakashi, con su típico tono despreocupado, rompió la quietud.

- "Sabía que el día en que me casara sería extraño... pero no tanto como esto".

- "Es raro, pero... no está mal" - respondió Sasuke, sin soltar la mano de Hinata.

Ella soltó una suave risa, una que los envolvió a ambos como una caricia. Era una risa que prometía amor y seguridad, algo que ninguno de los dos había imaginado encontrar. Hinata, con su forma sencilla y sincera, había logrado lo imposible: derretir las corazas que habían construido para protegerse del mundo.

- "Nunca imaginé que podría ser tan feliz" - murmuró Hinata. - "Con ustedes... es como si hubiera encontrado el lugar al que siempre pertenecí".

Kakashi bajó la mirada hacia ella, su expresión tan serena que cualquiera que lo viera por primera vez nunca sospecharía que había pasado la mayor parte de su vida viviendo entre sombras.

- "Yo tampoco esperaba esto... pero aquí estamos" - dijo suavemente, deslizando su mano por el cabello de Hinata.

Sasuke asintió, aún sin saber cómo poner en palabras lo que sentía. No era simplemente amor. Era más profundo. Era la certeza de que este vínculo, extraño y único, era lo que habían estado buscando sin saberlo.

- "Y lo que es aún mejor..." - añadió Kakashi con un brillo travieso en los ojos - "es que ahora soy Hokage y esposo. Un dos por uno que nunca vi venir".

- "Presumido" - murmuró Sasuke, pero la sombra de una sonrisa cruzó su rostro.

- "¡Ji, ji! Bueno, tú también, Sasuke" - intervino Hinata con ternura. - "Ahora eres mi esposo... y el próximo Hokage. No está tan mal, ¿verdad?"

- "No... nada mal" - admitió Sasuke con sinceridad.

Los tres permanecieron así por un rato más, disfrutando de la calma de la noche. En algún momento, Hinata se quedó dormida, acunada entre ellos. Su respiración suave los envolvía, como un recordatorio de que habían encontrado lo que muchos buscaban durante toda su vida: paz.

Kakashi y Sasuke se miraron de nuevo, y en esa mirada entendieron algo sin necesidad de decirlo: este era su final. No uno perfecto, pero sí uno real. Un final donde no había títulos ni misiones que cumplir, solo el compromiso de ser la familia que cada uno había buscado.

- "A partir de ahora, esto es todo lo que importa" - murmuró Kakashi mientras ajustaba la manta que había traído para cubrirlos a los tres.

Sasuke solo asintió, sintiendo por primera vez en años que no necesitaba estar alerta. No necesitaba pelear. No necesitaba huir.

Con la luna como su único testigo, se dejaron llevar por la certeza de que no importaba lo que el futuro trajera. Porque mientras estuvieran juntos, no habría batalla que no pudieran ganar.

Y esa, supieron entonces, era su verdadera victoria. No solo como individuos, sino como algo más. Algo que habían construido en silencio y sin pretensiones: una eternidad que pertenecía solo a ellos tres.

El viento susurraba a través de los árboles, llevando consigo una promesa que ninguno de ellos necesitaba decir en voz alta.

Esta vez, no habría más despedidas.




























FIN.






























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¡Y así llegamos al final de esta increíble historia! Espero que les haya encantado tanto como a mí escribirla. ¡Quién sabe! Tal vez, cuando el tiempo lo permita, me lance a escribir un capítulo extra.

¡GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA!

Los quiero, queridos lectores. 💕💞

¡¿Con Quién Me Quedó?! ~ Rencarne En Hyuga Hinata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora