Cuando terminaron las clases del martes, Juanjo estaba completamente empapado de sudor. El calor de julio era asfixiante y el aire acondicionado de la habitación había decidido estropearse en el momento más inoportuno. Liana, directora de la orquesta, había insistido en ensayar las piezas por quinta vez durante el transcurso de la semana. Ya faltaba poco para el concierto y el debut de Juanjo como pianista.
En realidad, aunque Liana se lo había llevado hacía dos años, Juanjo nunca había querido poner un pie en un concierto. Había algo que lo bloqueaba, que le impedía mostrar sus talentos. Liana le confesaba todos los días cuánto había mejorado y cuánto potencial tenía para convertirse en uno de los mejores pianistas.
El piano fue una salida para Juanjo. Sus dedos habían presionado las primeras teclas con sólo tres años y había florecido una pasión que nunca había sabido explicar. Sin embargo, en aquellas calurosas tardes de verano, Juanjo no lograba concentrarse como debería. Varios pensamientos vagaban por su cabeza sin un hilo conductor: la receta de cocina que había aprendido la noche anterior, los veinticinco años de matrimonio de sus padres al día siguiente, las tres piezas de Chopin, el cambio de nota en mitad de la canción, el desconocido con el que había tocado hace unas noches y la búsqueda de este último entre sus compañeros de orquesta. Su mirada recorrió cada rostro, tratando de registrar algún tono de voz que le recordara a ese chico. Todo esto en vano.
—Juanjo.
—¿Qué?
Juanjo se levantó de un salto, asustado por el repentino regreso a la realidad. Liana se paró frente a él, con los brazos cruzados sobre el pecho y la ceja levantada.
—No te veo concentrado últimamente— le dijo. Juanjo se rascó nerviosamente la nuca, se sonrojó y se levantó del taburete.
—Sí... tengo algunas cosas en mente, pero nada que no pueda resolverse— respondió, evitando deliberadamente la mirada de la directora. Lo intimidó un poco.
La mujer suspiró. —Escucha, a veces está bien distraerse, no te culpo, pero hoy te equivocaste en la segunda canción más de una vez. Nunca antes había sucedido.
Juanjo dio un vuelco. No esperaba que Liana lo regañara. No sabía cómo reaccionar, los nervios bloqueaban las palabras en su garganta. Tenía razón, nunca se había equivocado tantas veces en una canción en una lección. Se sintió un fracaso por no entender por qué.
—Lo siento— pudo murmurar, con la cabeza gacha mientras torturaba las uñas.
Liana dejó escapar un suspiro. —No pasa nada. Tendrás que recuperar toda tu concentración, Juanjo, no te voy a estresar más porque sé lo difícil que es para ti.
Juanjo tragó y encontró el valor para mirar el rostro cansado de la mujer. La vio pensando, mordiéndose el labio como si buscara una solución a aquel lío. Finalmente, sus miradas se encontraron.
—Vale, sé que no es justo para los demás, pero creo que es la única opción— habló rápidamente. —Practicarás en mi casa. Tengo una sala insonorizada donde podrás practicar cada canción sin distracciones. Pasaré unas horas contigo para ayudarte en lo que hagas mal.
Juanjo respiró hondo. Esperaba todo excepto que Liana lo invitara a lecciones adicionales en su casa. Aunque era injusto ofrecer clases extra a un solo miembro de la orquesta, Juanjo ya había aceptado la propuesta en su corazón. Se sintió más sereno, sabía que podía llenar sus vacíos y dar una actuación digna de mención.
—Yo... no sé cómo agradecerte— habló finalmente, dando una pequeña sonrisa. Liana correspondió y revolvió sus oscuros mechones. —No hace falta. Empezamos mañana por la tarde.
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Intuarsi - Juantin
FanfictionDonde Juanjo es uno de los elementos más válidos de la orquesta del país. Animado por su familia y su directora de orquesta, persigue el sueño de llevar su talento por España. Sin embargo, lo que lo bloquea es el miedo a repetir un error del pasado...