Juanjo estaba sudando. Sus oídos escucharon un sonido agudo, lo que pensó que era su despertador habitual. Se estiró con un lamento, llevándose una mano a la frente cuando un fuerte mareo lo golpeó y lo obligó a cerrar los ojos con fuerza. Maldito alcohol, realmente necesitaba dejar de beber con tanta frecuencia.
Abrió lentamente un ojo, quedandose inmediatamente cegado por los rayos del sol que pasaban a través de las contraventanas. Tocó el colchón a su lado con la mano, pero lo encontró vacío, momento en el que se dio cuenta de que Martin ya había salido de la habitación. Las sábanas todavía estaban arrugadas a un lado, todavía estaba la huella de su cabeza en la almohada. Juanjo lo agarró y se lo acercó a la cara, para que el perfume que quedaba en la funda de la almohada le inundara la nariz. No entendía por qué Martin no le había avisado de su regreso a casa, no entendía por qué no se había quedado con las piernas envueltas en las sábanas, con la cabeza apoyada en su hombro. Juanjo no recordaba cómo acabó tirado en la cama; estaba bastante seguro de que se quedó dormido con la espalda contra la pared y su cuerpo acurrucado contra el de Martin. Le dolía tanto la cabeza que su cerebro se negaba a poner su memoria en acción.
Ante eso, dispuesto a calmar aquella molestia, tiró la almohada a su lado y se levantó de la cama, tratando de no perder el equilibrio una vez que se puso las pantuflas y se levantó. Había agarrado su teléfono de la mesita de noche - listo para entrar al chat de Martin y preguntarle por qué se había ido sin decir nada - y, con una mano masajeando débilmente su sien derecha, salió de su habitación y caminó por el pasillo. Tan pronto como llegó a la puerta que conducía a la cocina, escuchó una risa masculina. Sus ojos se abrieron cuando la reconoció y, apresuradamente, abrió la puerta de golpe. Encontró dos pares de ojos enfocados en su cara apenas despierta y jadeante.
Martin estaba sentado a la mesa, todavía con la ropa de Juanjo y el pelo erizado en todas direcciones, como un erizo. Él sostenía una taza de café entre sus dedos y Selena, su madre, jugueteaba con una sartén cuyo olor olía a tortillas. Juanjo quedó estupefacto ante aquella escena y sus mejillas, sin darse cuenta, tomaron color. Quizás por el hecho de que Martin tenía su cuerpo envuelto en su ropa frente a su madre, quizás por el hecho de que esperaba todo menos encontrarlos juntos desayunando como una familia feliz.
—Pensé que te habías ido—fue lo que salió de su boca, en un susurro.
Juanjo odiaba hablar al despertar, porque necesitaba tiempo para recuperarse de su letargo y empezar a comprender lo que le rodeaba. En la mañana prefería el silencio, su madre siempre se burlaba de él por este hecho. Pero ese día la sorpresa fue tan inmensa que no pudo quedarse callado.
Martin colocó la taza sobre el platillo, alistándose su cabello rebelde.
—En realidad estaba a punto de irme, pero me encontré con tu madre en la puerta y bueno... sigo aquí— respondió Martin, sin poder mirarlo a los ojos.
Esta situación se estaba volviendo bastante incómoda.
—¡Para mí también fue una sorpresa! Juanjo, ¿por qué no me avisaste que Martin se quedaba a dormir? ¡Habría preparado un gran desayuno!— exclamó Selena, mientras volteaba la tortilla en la sartén.
Juanjo se pasó una mano por la cara, para eliminar los restos del sueño, y tomó asiento junto a Martin.
—No era... previsto.
Martin lo miró con vergüenza.
—Está bien, cariño. Mientras esperábamos que despertaras hablamos un poco. ¿Sabías de su pasión por el arte? Me encantó— cantó Selena agarrando el asa de la sartén, avanzando hacia la mesa y poniendo la tortilla en el plato de Juanjo.
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Intuarsi - Juantin
FanfictionDonde Juanjo es uno de los elementos más válidos de la orquesta del país. Animado por su familia y su directora de orquesta, persigue el sueño de llevar su talento por España. Sin embargo, lo que lo bloquea es el miedo a repetir un error del pasado...