El grupo de señoritas se veía tan cerrado y era prácticamente imposible ingresar con disimulo. Debía inventar algún comentario que fuese lo suficientemente interesante como para llamar la atención y que, volviéndose a ella, la beldad mayor de los Dexheimer y su grupo de refinadas amigas e invitadas, la incluyeran lo suficiente como para que dijera "Ven la semana entrante a la exclusiva reunión que haremos en casa". Tan simple y complicado a la vez.
Intentando no pensar ni calcular las escasas posibilidades de que algo así sucediera, se acercó como para oír la conversación que ellas mantenían, mientras la música vibraba y las risas resonaban en el salón.
—Mi madre insiste en ir a Londres luego de la semana de visitas para comprar el ajuar. No ha dejado de inmiscuirse en las participaciones y en cuál es la mejor modista...
—La señora Drill, sin dudas.
— ¿Tú crees? Aún recuerdo los vuelos del vestido que le hizo a Teresa, ¿recuerdan? Me parecieron de lo más anticuado. —todas asentían al unísono.
— Emil, ¿qué piensas de la noche de bodas? Ese hombre debe de estar desesperado —preguntó con picardía una de sus amigas.
—No he dejado de considerar ese instante y me siento revuelta de tantas emociones... —Todas rieron y Myla se detuvo a cuestionar si acaso la revuelta de emociones se debiera a la edad del candidato. Abrió sus ojos desconcertada por tanto entusiasmo en las señoritas por alcanzar ese día y horario que se suponía debía ser mágico, cuando lo único que asaltó sus pensamientos nublados, fue el pecho peludo de Harlow.
—Shh... No puedo creer el descaro de Sophia. Su madre es simplemente una harpía cazadora de maridos. No ha dejado a Max Dashwood en toda la noche. Han bailado dos veces, las he contado. —El rostro de Myla demudó y rápidamente miró en exacta dirección para ver a Max conversando con la señorita.
Claro que recordaba ese nombre y no podría ser otra que Lady Sophia Lawrens. La desvergonzada que se había atrevido a buscar a Max en los oscuros pasillos de la mansión Harlow. Sus ojos se afilaron al observar la manera en que sonreía por algún comentario bobo que él podría hacerle, y cómo llevaba la mano a sus labios para coquetear.
—Ni lo digas... ¿Han oído lo de su hermano?
— ¿Qué le sucede a su hermano? —Inquirió Myla como si estuviera sumergida en aquella conversación. Todas se volvieron hacia ella, por lo que bebió un sorbo y estiró sus labios en una sonrisa forzada mientras aguardaba oír algo más. Aunque miraron de soslayo, terminaron abriendo un espacio en el selecto círculo para que participara del cotilleo.
—He oído desde locura, ataques, fiebre alta, accidente en caballo... A ciencia cierta nadie sabe nada, pero desde que ha corrido la voz, Sophia y su madre no han dejado de perseguirlo en todas las reuniones y hasta me parece que a él le agrada.
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La Bitácora de los Secretos
Ficción históricaRomance. Misterio. Inglaterra año 1808 Myla Lennox es una señorita de zona rural, acostumbrada a su vida sencilla, mantenida principalmente por su hermano William a quien su padre adora. Un día común y sin esperarlo, es dejada en casa de un compl...