Se recostó hacia atrás en el sillón y resopló mientras cogía con sus manos la bitácora y volvía a leer con atención cada detalle del último secreto que había obtenido como parte de pago por su silencio respecto a las andanzas nocturnas de Lord Bailish y Lady Catherine Thorn. Inspiró profundo al leer nuevamente, como si nunca antes lo hubiera hecho: "Hay una conexión entre las muertes: Dexheimer"
—...Y como te decía, ya está arreglado. Han llegado las invitaciones al baile. Cumplió, te lo dije. —la voz de Ruster lo distrajo y apretó los ojos un instante para concentrarse en el tema que estaban tratando, aunque su mente divagaba. Estaba agotado de tanto humo y el ambiente del escritorio se había vuelto denso como la niebla. —Ha llegado algo más...
La voz ronca de Ruster y aquel silencio luego de pronunciar aquella frase, dejó claro de qué se trataba. Resopló hastiado de tantos problemas y se puso de pie dispuesto a abrir el ventanal. El aire matutino y fresco se coló rozando su rostro que inevitablemente se relajó. ¿Cómo era posible que su madre lo encontrara en cualquier lugar del mundo donde se encontrara?
—Lo veré luego... Hoy desperté con un humor de los mil demonios. No soportaría sus reproches ni sus retos como si fuera un chiquillo. Mejor repasemos todo nuevamente. —Tomó la bitácora y comenzó desde el principio en voz alta y pausada, analizando cada detalle para que nada se escapara. —Tres muertes. Nada en común excepto esta familia adinerada, liderada por un terrateniente, el señor Edward Dexheimer; esposo de Brigitte Cavendish, heredera de un buen apellido y de amplios territorios; tres hijos: el mayor, Derrick Dexheimer, alistado en la marina y de buen porvenir; Emily, una preciosa señorita comprometida con un oficial, Nicolas Daventry; y su hermana menor Julia, en edad casadera. Es todo lo que sabemos respecto a ellos. —Carraspeó y luego prosiguió —Primer muerte, ocurrida hace aproximadamente ocho meses: Peter Loughty: encontraron su cuerpo junto al camino principal a Dover; jardinero de los Dexheimer. Dos semanas después, encontraron el cuerpo de James Miller, un pianista devenido en nada, en su casa; y tan solo dos días después murió de causas desconocidas una joven señorita, Sophia Devereaux, huérfana y bajo tutela de su hermano, heredero de una buena porción de tierras colindantes a la de la familia. Solo sabemos que la señorita era asidua invitada a bailes y reuniones sociales de los Dexheimer; del pianista, no tenemos nada.
—¿Por qué no dejamos todo esto y vamos a Dorset de una vez?
—Shh, calla —se volvió ofuscado hacia él. —No vuelvas si quiera a mencionarlo. Ya lo sabes. Conoces lo que he sufrido, lo que odiado y lo que he decidido. No va a suceder. —Ruster gruñó.
—Esto parece más complicado... ¿Qué haremos cuando sepamos quien es el responsable? ¿Vender nuestro silencio? ¿Lo has pensado, Max? —cerró la bitácora y se aproximó a la ventana. El sol estaba casi en lo alto y brillaba precioso, filtrando sus rayos entre escasas nubes y dando de lleno en la hierba del jardín.
—Hemos hecho esto desde que nos conocimos aquella noche, ¿recuerdas? —El viejo asintió. —En ese momento, me llené de ideas, de objetivos de lograr algo por mi propio mérito, sin importar que era el menor, sin importar mi apellido, usando mi cerebro y mis habilidades. Con cada secreto he aprendido, he superado, hemos decidido, he ganado dinero y mucho, lo sabes... Esta vez es distinto. No es el dinero lo que me motiva. No es diversión ni hacer escarmentar a alguien; es sentir que puedo hacerlo, que puedo resolver lo que hasta ahora nadie ha podido.
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La Bitácora de los Secretos
Historical FictionRomance. Misterio. Inglaterra año 1808 Myla Lennox es una señorita de zona rural, acostumbrada a su vida sencilla, mantenida principalmente por su hermano William a quien su padre adora. Un día común y sin esperarlo, es dejada en casa de un compl...