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Tenía planeado hablar con Bruno en algún momento, pero lo estaba  posponiendo sin saber por qué.

Hoy era mi día libre del pub, había pasado la mañana con papá y Amanda  y por la tarde con Bea, quien ya era oficialmente novia de Ej, que aunque sus padres no aprobaban su relación, ella decidía continuarla, realmente estaba enamorada de Ej y no sé cómo haría ya que ella se iría a la universidad en unos meses, y no creo que una relación a distancia fuera a servir para ellos, pero en fin, me prometió mantenerme al tanto de su situación amorosa, mientras ella no sabía de mi situación con Bruno, bueno, no podía decirle que me estaba acostando con el chico que un día entró a robar a mi casa, espero que eso no me convirtiera en una mala amiga.

Y ahora me encontraba en mi habitación, habia salido de bañarme y estaba envuelta en una toalla con otra sobre mi cabeza para que secará mi cabello. No había sabido de Bruno en todo el día y ya eran las seis de la tarde.

Como si mi pensamiento lo hubiera llamado mi teléfono sono en una llamad suya.

—Hola, chico ladrón. —lo salude sonriendo.

—¿Chico ladrón?. -dijo él confuso.

—Estoy tratando de buscarte un apodo, no te burles.

—Bueno, eres mala.

—No puedo ser buena en todo.

—Me encanta que seas tan confiada en ti misma.

Me reí. —¿Que paso? ¿A que se debe esta inesperada llamada?. —me senté sobre mi cama.

—¿Nos vemos esta noche?. —me preguntó

—Buuuenooo. —alargue mis palabras. Tenía que decirlo sin vergüenza, era algo normal, pero no es tan fácil. —Sabes Wells, hay una semana en la vida de todas las chicas donde están débiles, hormonales, y no es el mejor momento para mantener relaciones.

Lo oí reír. —Me dices, que ¿llegó tu periodo?

—Sí.

—Bueno, eso me alegra. —dijó y estoy de acuerdo, mi periodo significaba que no estaba embarazada. —Pero, no es necesario que lo hagamos.

Sonreí como una idiota al escuchar sus palabras. No dije nada y él continuo. —Sólo si quieres... no es una obligación.

—No, no no no... —dije rápido. —Sí, quiero ¿Voy yo o vienes tú?

—Voy yo, estaré ahí como a las nueve.

—Genial, dejaré la ventana abierta. Adiós.

—Adiós, te veo pronto, dulce Bea. —dijó y colgó.

Intente moverme pero no podía, me quedé sentada sonriendo hacia el piso con el celular aún en mi mano.

No sabía que era este cosquilleo en mi pecho, y de pronto esta felicidad que sentía, él quería estar conmigo, y no de forma sexual, sólo estar juntos... por primera vez no haríamos nada.

Saliendo de mis pensamientos y obligando mi cuerpo a peinarse y ponerse algo digno y que no se considere pijama, bajé las escaleras, para cenar con mi padre y Amanda.

—Ya te serví un plato, Beth. —me informó Amanda.

—Gracias.

—¿Cómo estás hija? –preguntó mi padre.

—Bien, un poco adolorida pero es normal, hoy me acostaré temprano. —le informé tratando de sonar convincente, ya que tendría visitas en mi habitación 

Estuvo de acuerdo y cenamos en silencio, despues papa quiso que jugaramos al rumi con las cartas y así lo hicimos. Terminando de jugar nuestra cuarta partida. —Gané. -dije sonriendo.

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