Alyssa [Massimo X Lectora] [365 Días] [En Pausa]

CAPITULO X

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Alyssa

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M

e miro mientras que el gran espejo de cuerpo completo mostraba mi pequeña existencia. Las plantas de mis pies se encontraban envueltos en un vendaje cuidadoso y mis manos estaban cubiertas de curitas, mis rodillas se encontraban igual que mis pies, vendadas.

— Sigo sin poder creer que casi lograrás escaparte — la gravedad en la voz de Massimo me hace verlo. Se encontraba en el sillón frente a mi cama mientras que me miraba intensamente con sus ojos oscuros.

Aquello me hacía ponerme nerviosa, el como me comía con aquellos ojos penetrantes, aquellos que ya habían visto toda mi existencia.

Debía de estar cabreado por todo lo que sucedió en una sola noche. Primero: el como lo encontré teniendo intimidad con la rubia de la que ni sabía su nombre, segundo: el que me halla casi escapada de el, tercero: el que me halla hecho tener varios orgasmos después del incidente y por último pero el más importante, cuatro: que la rubia oxigenada de fuera de aquí.

Si, por qué descanses de haberme quedado dormida junto a Massimo la rubia había hecho sus maletas y se largo de la casa. Y la verdad que bueno.

— Pues creé lo — le digo mientras me encojo de hombro y me siento sobre mi cama con los brazos cruzados sobre mi pecho.

— Joder... — sus manos tiran de su cabello fuertemente mientras que su mandíbula se tensa.

— Si no te hubieras cogido a la rubia y nada de esto hubiera sucedido.

Mis palabras al parecer lo logran hartar puesto que se levanta rápidamente del sillón mientras camina dando vueltas por la habitación, aquello solo hacia que me pusiera de nervios.

— ¿Cómo demonios quieres que no me la cogiera? — me preguntó mientras su voz se eleva más del tono usual —. Solo me provocas y... Y el que tiene que solucionar el problema soy yo, no tu, Alyssa.

Sus palabras fueron soltadas con agresividad y frustración mientras su dedo índice me apuntaba a mi. Me levanto rápidamente del borde de mi cama mientras que me acerco hasta donde el se quedó quieto.

— Ahora resulta que la que tiene la jodida culpa soy yo — le reprochó y afirmó con ironía. Sus ojos ardían sobre mi pequeño cuerpo. Si vista me recorre completamente, de pies a cabeza.