Alyssa [Massimo X Lectora] [365 Días] [En Pausa]

CAPITULO III

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Alyssa

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Miro la ropa que se encuentra en los grandes y llenos estantes de la tienda mientras todas las miradas estaban en mi acompañante, y aunque el mismo ni siquiera les devolvía la mirada, no podía evitar poner los ojos en blanco por sus miradas nada discretas.

Mi mano coge un bello vestido que tenía un fondo blanco y por encima un bello y decorado encaje de rosas en color negro, los hombros eran descubiertos y lo más seguro era que me llegaría a mitad del muslo.

Se lo entrego a Massimo para que me lo cuide y el sin más se lo da a uno de los guardaespaldas que nos seguía de cerca. Solo lo miro con evidente frustración al no tener ni un poco de atención suya.

Siguiendo en mi tarea de buscar ropa bonita y de mi talla, encuentro un vestido blanco abierto de la espalda, se amarraba al cuello y era ajustado de la parte de la cintura, mientras la parte de la falda era suelta.

Se lo entrego a uno de los hombres mientras Massimo atiende una llamada un poco lejos de nosotros. Mientras miro toda la tienda algo llama mi completa atención.

En uno de los maniquís de la tienda veo un precioso vestido lila pensado al cuerpo con encaje en la cintura. Miro a Massimo que seguía concentrado en su teléfono sin prestarme la mínima atención.

Sin más, y esperando que me preste atención, miro mis uñas como si ellas fueran la cosa más interesante en el mundo.

Unos murmullos llaman mi atención.

— Podré niña, ni siquiera la mira — la mujer de pelo castaño suelta una risa mientras me señala y si amiga se ríe de su comentario.

— Podré de ella — se burlaban de mí en mis narices.

Cuando pensaba decir algo me interrumpió su voz ronca sacándome de mis pensamientos.

— ¿Ya terminaste? — su voz me hizo verlo por sobre mis pestañas mientras el se acercaba a mí con una mano en el bolsillo de su pantalón.

— No, solo esperaba que terminarás tu importante llamada para que llamaras a una de las empleadas que no te han quitado el ojos de encima, por cierto, que me den uno de estos vestidos en mi talla — digo mientras señalo el maniquí a mi espalda. El hombre frente a mi mira el maniquí por unos segundos pensando y luego le hace una señal a una empleada.