Alyssa [Massimo X Lectora] [365 Días] [En Pausa]

CAPITULO VIII

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Alyssa

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Habían pasado tres semanas desde que no veía a Massimo.

Después de nuestra discusión el hablo con Domenico y le mando que me trajera a Sicilia, llevaba aquí tres malditas semanas con clases de italiano y durmiendo en una nueva habitación que se encontraba al lado de Massimo.

Después de mi llegaba me propuse recorrer la casa y en ella descubrí que uno de los cuadros se encontraba tapado con una enorme sabana blanca. Por mi curiosidad me acerque y levante aquella tela descubriendo un hermoso retrato de una mujer pelinegra, la cual poseía una belleza enorme y sin olvidar sus facciones delicadas.

Salgo de mis pensamientos mientras escucho los pasos de los empleados de la casa.

Miro el enorme jardín mientras descanso en una de las tumbonas, me había dedicado a descansar después de horas de clases y encierro.

Las chicas seguían trabajando por lo cual me encontraba sola y con mi traje de baño. Según Domenico hoy llegaría Massimo y la verdad yo seguía enojada con el.

No lo quería ver, ni en pintura. Estaba a días para poder empezar el instituto. Todo iba tan perfecto pero siempre en mi vida tenía que suceder algo.

Unos pasos sonoros llamaron mi completa atención, por lo tanto volteó y mi vista se posa en aquel hombre. Aquel que conoce todo mi cuerpo, el que me saco de un infierno y el que me mantenía cómoda.

Mi vista lo recorre completamente y el no aparta su mirada de mi, aunque está no muestra ninguna emoción. Unos tacones resuenan mientras una rubia se posa a su lado con una enorme sonrisa en su rostro.

Se sostenía del brazo de Massimo, parecía que casi estaba colgada de el, mientras pegaba todo su cuerpo a el de el.

— Hola — me llama la oxigenada mientras su tono de voz es muy chillón —. Necesito que pongan mis maletas en la habitación.

Se acerca y me entrega su bolso mientras mueve sus manos apurando me.

— ¿Quién eres? — le pregunto mientras dejo caer el bolso al suelo y ella se infarta.

— Eres una maleducada, recoge lo cuesta muchísimo.

Volteó a mirar a Massimo el cuál miraba su teléfono con atención. Suelto un bufido.

— No soy una sirvienta, mucho menos te haré caso — su rostro se contrae —. Tanto decolorante ya te afectó el cerebro — termino y ahora sí Massimo voltea mientras se aclara la garganta.

— Alyssa — me advierte y yo lo miro con enojo.

— Alyssa nada — casi le gritó —. Esta cree que me va a ordenar a mi ser su sirvienta — la señalo con frustración y al ver qué solo guarda silencio muerdo mi labio inferior con fuerza.

Recojo mi toalla de la tumbona mientras la rubia recoge su bolso de mala gana.

— Massimo deberías enseñarle modales a esta chica — su mirada azulada me recorre con enojo y repulsión y yo solo le sonrió —. Modales tengo, solo que tú no me caes bien.

Camino para entrar a la casa pero soy detenida por el, su mano rodea mi brazo de forma brusca mientras su mirada me quema.

— Ve a tu habitación — cuando iba reclamarle me corta —. Te traje tu uniforme y mira los regalos. Quiero ver cómo te queda.