Capítulo 2: ¿Cuantos golpes para Marcelo?

61 11 78
                                    

Habían pasado exactamente siete días desde la última vez que vi al novio, o "la puta", de Benito. Siete días en los cuáles lo odié.

Para mí las cosas, por muy extraño que parezca, funcionaban así: Alguien quebrantaba mi rutina y mi cabeza inmediatamente dibujaba una barrera entre nosotros.

Sin embargo, no pensaba en él en lo absoluto. Mi cabeza tenía cosas más importantes que hacer, entre ellas contar el número de autos azules que pasaban por mi lado mientras me dirigía al Porfiado Rock Café.

Cuando llegué había contado siete.

—Diez minutos antes, cómo siempre. —susurró Álvaro mientras me daba mi uniforme de trabajo, el cual era color naranja.

Al principio lo odiaba, pues esa tonalidad me inquietaba, pero con el tiempo aprendí a vivir con la sensación de malestar.

—¿Estás seguro de que no he llegado un minuto tarde? —lo interrogué con los ojos bien abiertos, como si de esta forma pudiera detectar cualquiera de sus mentiras. —Mi vecina intentó coquetear y tuve que decirle que no quería salir con ella cinco veces en veinte segundos para que me dejara en paz...

—¿Estás hablando de tu vecina guapa? —me interrogó mi jefe con asombro.

—Si, Laura.

—¿La Laura de la que siempre hablas? —siguió con su interrogatorio mientras yo conté tres intentos fallidos por ocultar su sonrisa.

—Sí...

—¿La Laura que te gusta desde que eras adolescente?

—¡Sí, Alvin!—Comenzaba a frustrarme.

—¡¿Acaso eres idiota, Roberto?! ¡Has esperado este momento durante años!

—Lo sé, pero estaba interrumpiendo mi rutina, pudo haber coqueteado conmigo de cinco a siete de la tarde en mis horas libres, pero decidió hacerlo cuando mi mente estaba ocupada contando.

—Roberto...—Sabía que me soltaría uno de sus discursos sobre llevar las cosas con más calma y menos cálculos, pero yo estaba demasiado ocupado pensando en la interrupción de Laura como para desear escucharlo.

—Me gustaría charlar contigo, Pintos, pero será mejor que comience. El señor Hermes no tardará en llegar.—Y fueron estas diecisiete palabras las que dieron fin a nuestra conversación.

Puedo decir que el inicio de mi día, excluyendo la interrupción de Laura y mi conversación con Álvaro, fue bastante tranquilo.

Era miércoles, así que cuatro de los clientes habituales no vinieron al Café, tal vez por problemas de horarios. Aún así, no me sentí alterado, pues sus puestos en mi cabeza fueron ocupados por otros cinco clientes no tan habituales que pasaron por allí al ser el lugar más cercano a sus trabajos.

Uno de esos clientes fue el chico que yo había apodado como "La puta de Benito".

—Señor Luna... —Escuché que el loco chico de la semana pasada me llamaba mientras golpeaba mi hombro repetidas veces.

Respondí en el golpe número veintiséis.

Puedo asegurar que me molesté, pues antes de eso estaba contando los centavos de mis propinas y ahora había perdido la cuenta, lo cual significaba que debía empezar de nuevo y consumir más de mi valioso tiempo.

—Estoy ocupado. —Fue lo primero que salió de mis labios, no me había dado cuenta de su llegada al café, pero ya quería que se marchara.

—Yo también estoy ocupado. —Me dijo con su suave voz mientras volvía a palmear mi hombro cinco veces más.—¿Podemos ocuparnos juntos?

SEGUIRTE O PERDERTE [Titopo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora