VIII

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Habían pasado dos años desde el compromiso entre Satoru y Yuji. Habían tenido bastante tiempo para conocerse y saber que querían estar juntos para siempre.

Satoru no había dejado de cortejar a Yuji en ningún momento y cada día que pasaba lo amaba más y más, su obsesión seguía creciendo de forma anormal. Si le preguntaran cuál fue su acción más terrible, diría que eliminar una familia que se atrevió a codiciar un compromiso con Yuji. Se había enterado de los planes de dicha familia antes de que oficiaran su compromiso al mundo social, se deshizo de ellos antes de que siquiera enviaran una carta al patriarca de Itadori.

Le cortó la mano a un chico que se atrevió a tocar a su Omega. Un chico envidioso de la magnificencia de Yuji lo había golpeado en un ataque de ira, el Omega se defendió y lo dejó muy golpeado. Eso no detuvo a Satoru, lo busco y se aseguró de darle una lección para toda la vida. Fue algo para enseñarle a todos que les sucedería si volvían a tocar a su Omega, no tolerará las faltas de respeto. ¿Será mejor o peor? Yuji nunca se enteró de todo lo que hizo Satoru, hasta el día de hoy el pequeño piensa que el Alfa no sería capaz de lastimar a alguien con intención.

Aunque sus familias eran las más conscientes de todas las acciones de Satoru, no se entrometian ya que al patriarca de Gojo le interesaba que supieran del poder de su heredero y de lo que era capaz, que el mundo supiera que no debían meterse con él; mientras que el patriarca de Itadori no metía sus narices a menos que afectara de manera negativa a su clan, a demás le interesaba que los que dañaran a sus hijos pagarán en consecuencia.

Tres meses después del décimoseis  cumpleaños de Yuji los preparativos de la boda estaban acabando, seria una gran boda. Habían muchos invitados que llegarían a felicitar a los novios, deseándoles todo lo positivo para el nuevo inicio de sus vidas.

Yuji estaba nervioso en la habitación. Se veía al espejo y no dejaba de suspirar. Solo faltaba una hora para unirse en matrimonio con Satoru. Iba vestido con un kimono tradicional totalmente blanco y una capucha blanca cubría su cabeza. Su hermano estaba a su lado dándole ánimos, o eso creía, desde hace un tiempo había estado mirándose al espejo ignorandolo.

—Te ves bien, Sukuna.

—¿Tu crees? —preguntó impaciente terminando de arreglar su cabello.

Miró a su hermano y suspiró rendido, tomó una silla y se sentó a su lado.

—Lo siento, es que hoy es la primera vez en meses que veo a Megumi. Aunque ni siquiera sé porque me esfuerzo —torció el gesto. Él y su lobo estaban deprimidos.

Yuji se había relajado, concentró su atención en darle calma a su hermano. A pesar de haber pasado ya dos años, Sukuna aún no había sido aceptado por Megumi. El alfa había ido de intercambio a otra escuela por dos meses y no lo había visto desde entonces. Ya eran casi siete años que el gemelo menor lo perseguía y no había ningún avance en su relación.

—¡Está bien! —se golpeó las mejillas, dejando marca. —Me voy a concentrar en tí, eres el protagonista. ¿Cómo te sientes?

No fue una buena pregunta, los nervios de Yuji volvieron. A pesar de estar claro en su decisión, aún había incertidumbre con el futuro. Satoru había estado actuando con normalidad, le daba atención, cumplidos y regalos, no era un mal compañero. Pero pensar en que hoy se unirían para la eternidad hacía que algo dentro de él se revolviera, tenía sentimientos encontrados.

—Estoy nervioso —rió y sus ojos brillaron.

—Va a estar todo bien ¿Sabes porqué? Porque el estúpido alfa te ama, te cuida y protege. Tiene buena economía y para tu buena suerte es guapo.

—Si ya te arrepentiste, dilo. Tu hermano mayor te sacará de aquí —apareció Choso en la habitación. —hay que plantar a ese maldito. Ya quiero ver su rostro cuando se entere que lo vas a abandonar —rió con sorna ante la imagen mental.

Usurpar |•GoYuu•| Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora