XII

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Satoru arregló el atuendo de Yuji y lo llevó hasta la ducha, no dejó que nadie se acercara a su Omega en ese estado. Ordenó que entretuvieran al gemelo malvado mientras él se encargaba de Yuji.

Lo baño y resistió el impulso de tomarlo en ese instante. Yuji estaba avergonzado, pero se dejó hacer bajo la mano del Alfa. Lo tocaba y lavaba de una manera tan delicada que le daba cosquillas. Había notado como Satoru estaba tan concentrado admirando su cuerpo. Luego lo secó y vistió con ropa nueva.

Lo llevó hasta la sala donde Sukuna esperaba recostado sobre el tatami, con su cabeza recostada en su mano y habían distintos platos a su alrededor. Habían dos sirvientes que le lanzaban aire con unos abanicos gigantes, no entendía la finalidad, el clima ni siquiera estaba caluroso ese día. Sukuna les dió una sonrisa ladina, chasqueo los dedos y los sirvientes salieron de la habitación. Se levantó y caminó hasta Yuji, dándole un abrazo. Miró a Satoru con una sonrisa maligna, sabía perfectamente lo molesto que le resultaba al alfa que alguien más tocará a su Omega, aunque fuera su hermano Omega. Levantó el dedo medio en su dirección y Satoru reprimió todo su descontento.

—¡Hermanito, tanto tiempo! —se aseguró de acariciar bien la espalda de Yuji.

Satoru gesticuló "si no lo sueltas, te mato". Sukuna lo miró y sonrió retador, no haría lo que el alfa quisiera, difícilmente alguien le haría cambiar de parecer o lo dominaría, y el alfa psicópata de su hermano definitivamente no era la excepción.

—Sukuna, creciste... Mucho —apenas podía hablar por la sorpresa.

Desde la última vez había crecido casi seis centímetros, median casi lo mismo y ahora Yuji era el único enano de su familia. Necesitaba pedirle a su hermano la receta para crecer. Cuando se separaron lo miró fijamente, con su típico kimono blanco de bordes oscuros, Sukuna amaba ese diseño.

—Bueno, mi entrenamiento rindió frutos de muchas maneras. Cómo sea... Creí venir a tu dulce y amoroso hogar y solo estoy viendo caras de sapos —se hizo el ofendido mientras volvía a su posición, sin esperar invitación.

Movió su mano y apuntó un puesto a su lado para su hermano, mientras que para Satoru solo había omisión.

—Nadie te invito.

—No necesito una invitación, solo debo llegar y ser tratado como me merezco —se llevó una uva a la boca.

Satoru reprimió nuevamente sus ganas de golpear a su maldito cuñado, por el bien de Yuji.

—¿Ya te vas? —alzó una ceja hacia Satoru y le dió una mirada despectiva, dirigiendo su atención a Yuji. —Tengo mucho de que hablar, pero ya sabes... Tengo alergia a los sapos.

—No seas irrespetuoso con mi esposo, Sukuna —regañó.

Sukuna se encogió de hombros, importandole poco ser cortés o educado con Satoru. No era ningún secreto su mala relación.

Satoru se sintió orgulloso, su Omega lo había defendido de su estúpido hermano. Yuji le pidió un tiempo a solas con Sukuna y Satoru aceptó, le dió un beso en la frente y salió de la habitación.

—¡Te lo cogiste al fin! Te habías tardado.

Sukuna saboreó las uvas en su boca, mientras esperaba impaciente el chisme, el jugoso chisme que tenía su hermano menor. Lo había olido, el baño no había sido suficiente para quitar las feromonas sexuales de Satoru que traía encima, además de las feromonas que lo marcaban por completo. Yuji se sonrojo y gruñó.

—No, no fue así —frunció el ceño. —S-Solo nos frotamos —juntó sus manos y las frotó con la vergüenza a flor de piel.

Sukuna abrió los ojos, impactado por la revelación, dejo su mano llena de uvas a medio camino. Su cara de asombro fue cambiada lentamente a una burlesca, comenzó a carcajear. Golpeaba el tatami con la mano y movía los pies, sobre su espalda. Yuji se tapó el rostro, se lo merecía por confiar tal secreto a su hermano.

Usurpar |•GoYuu•| Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora