Habían pasado dos días desde el incidente de la llamada. Yuji esperaba con calma en la entrada la llegada del alfa, no se molestaría en sentir vergüenza. Sabía que el alfa no era idiota y se había enterado que lo que hacía no era pilates y eso le daba igual, de todas formas el alfa tenía tanto tiempo libre para encontrarse con una rastrera y a él lo tenía descuidado siendo su esposo.
Estaba sumido en sus pensamientos y no sintió la llegada del automóvil. Satoru estaba frente a él con las manos en los bolsillos, viéndolo con una sonrisa en el rostro atravez de la venda. Llevó su mano al rostro del Omega, levantando lo suficiente su rostro para que lo viera.
—He vuelto, Yuji.
—Ah... Bienvenido —pestañeó exaltado.
—¿Que era lo pensabas tanto para ignorame?
Caminaron hasta el pabellón que pertenecía a Yuji.
—En las condenas para hombres infieles.
—¿Infieles? ¿Cuál es el motivo?
—¿No lo sé? Dime tú —lo miró de reojo, con intriga.
Satoru no pareció entender. Y era que el alfa era la encarnación de la fidelidad, desde que se enamoró de Yuji jamás miró a otros. Todas sus atenciones estaban centradas en Yuji y solo para Yuji, había dejado de importarle incluso las insinuaciones, solo era consciente cuando la coquetería era demasiado descarada, incluso en ese momento se aseguraba de rechazar con frialdad y mostrar su anillo de matrimonio.
—¿Estuviste hablando con los empleados otra vez? —carcajeo de buena gana.
Yuji se sonrojó y desvío la mirada, avergonzado.
—¡Claro que no!
—Es obvio, hay que tomarlos y cortarles el pene. Un hombre que no puede serle fiel a su esposa no merece tener uno.
[...]
Yuji había sido notificado por el mayordomo, llegó una carta de invitación a la reunión social más grande de todo el año. Estaba emocionado, realmente no le interesaba las fiestas, pero si lo que servían. Los cócteles y aperitivos casi siempre eran de la más alta calidad, no tan buenos como su chef, pero sin duda no dejaban nada que desear.
Una costurera le estaba tomando las medidas, sus caderas habían ensanchado, no se había dado cuenta en que minuto. Tocó su abdomen suavecito, bufó, recordaba que antes habían un par de abdominales definidos. Todo era culpa de Satoru, lo colmaba de comida deliciosa y lo tenía en constante descanso y relajación.
¡Talvez era por eso! Ahora entendía, había engordado. ¿Por eso el alfa no lo tocaba? ¿Le gustaban más delgados?
Tenía un par de kilitos más, pero eso no le hacía ver feo. Estaba orgulloso de su cuerpo, tenía buen culo, cintura y un pecho plano, ¡Talvez era eso! Podría ser que le gustaran las tetas. Pero si así fuera no lo habría escogido a él para casarse, hubiera buscado una mujer.
Negó, nada de eso tenía sentido. Estaba sintiéndose abatido, se le habían acabado las ideas de porque el alfa no lo tocaba. No entendía en absoluto esa abstinencia que había decidido unilateralmente.
—¿Sucede algo? Has estado muy pensativo estos días —preguntó con verdadera intriga el alfa.
Estaba sentado en el sofá, Yuji no sabía en qué momento había ingresado a la habitación. Estaba con su uniforme, le quedaba realmente bien. Tenía un fetiche con los uniformes, se había imaginado a Satoru varias veces en diferentes uniformes, su favorito era el que siempre traía, pero los uniformes policiales tenían algo que lo hacían sentir caliente.
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Usurpar |•GoYuu•| Omegaverse
FanfictionUn día en que el nieto del clan Itadori, Yuji, visita la mansión del clan Gojo, el nieto y único heredero, Satoru, queda totalmente prendado de él. Todo su cuerpo y alma lo desean a un punto obsesivo. El pequeño Omega es cortejado por Satoru hasta...