Usurpar |•GoYuu•| Omegaverse

XIV

El día de la velada llegó, Yuji y Satoru estaban llegando a la mansión Inumaki, eran los que darían la fiesta este año.

Al llegar, Yuji parecía nervioso, y como no si sería su primer evento social verdadero, no solo llegaría como el esposo de Satoru, si no que representaba a la familia Gojo.

—¿Te sientes bien? Podemos volver a casa —Satoru tomó la mano de Yuji, notando lo fría que estaba. —Kiyotaka, volvamos a casa —ordenó.

—¡No! —gritó exaltado, se volvió a mirar a Satoru. —¿Cómo puedes decir eso? Tenemos que entrar, fuimos invitados como representantes.

—No te sientes bien, Yuji. No te expondré a esto.

—Estoy bien, es solo que estoy nervioso. No quiero arruinar nada.

Satoru frunció el ceño, no entendía de dónde venían tantas dudas, Yuji siempre tenía el pensamiento negativo de no avergonzar a Gojo, pero nunca le dijo nada para presionarlo, siempre se aseguraba de decirle que podía ser él mismo, no era necesario cambiar y nada ni nadie podía contradecirlo.

—¿Alguien te está intimidando, Yuji? ¿Quién es? ¿Los sirvientes, mi abuelo? —tomó el mentón de Yuji, haciendo que lo mirara.

—No, nada de eso. Todos me tratan bien y son muy amables.

—¿Estás seguro? Siempre puedes decirme lo que sea, te escucharé y le haré pagar al que se atreva a dañarte —su lobo gruñó al pensar en que alguien dañaria a su Omega.

Satoru lo miró decidido, no había ni una pisca de duda en sus ojos, Yuji podía ver la sinceridad de sus palabras. Ese rostro amoroso que se volvía serio en cuanto decía una palabra negativa, siempre se aseguraba de hacerle saber que nadie podía dañarlo sin tener consecuencias, que él era quien tenía el poder, podía hacer y deshacer a su gusto: ese era el problema. Sentía presión, hace un par de años solo era Yuji, un chico Omega que soñaba con una vida feliz en un matrimonio por amor. Su día a día era escuela, casa y familia. Ahora que estaba casado, tenía más responsabilidades, se sentía presionado por ser el mejor y no defraudar a nadie, no quería ser una decepción para Satoru, quién siempre le brinda amor.

—Si cometo un error, no sé... —cerró sus ojos, tratando de calmarse.

Yuji no entendía realmente de dónde venían esos pensamientos pesimistas, no recordaba a nadie darle presión o obligarlo a ser el mejor. Aún no entendía su propia debilidad, había pasado tanto tiempo siendo complaciente, sin esforzarse demasiado y perdiendo el interés de un momento a otro, que cuando por fin llegaba algo que le gustaba realmente, no sabía cómo proceder, como actuar.

—Escucha Yuji, "te puedes equivocar, puedes cometer errores". Aunque ciertamente no me interesa que hagas, tú nunca estarás mal. ¿Quieres ir a la fiesta? Perfecto, te acompañaré. ¿Tiraste una copa? Te sostendré para que no pises el vidrio. Ya te dije, Gojo no es tan débil como para temblar por un simple desliz. Eres mi Luna, la única actualmente en la famila e incluso si hubiera otra, eres el único con el poder total. Por eso, incluso si cometes un error, como tú le llamas, no sucederá nada. Puedes hacer lo que quieras, o simplemente no hagas nada. Nada de eso afectará a Gojo.

Las palabras eran tan claras y Yuji no sabía porqué se comportaba de tal forma. Después de casarse había tanta presión en él, estaba contento y de un momento a otro comenzó a querer ser mejor, ser digno de la familia. No fueron las palabras del patriarca, fueron las palabras de todos a su alrededor, apesar de que le decían que podía tener todo, el trasfondo era mucho más complicado, porque significaban responsabilidades.

—¿Es mi abuelo? ¿Te ha estado molestando y no me dijiste nada? —miró interrogante, buscaba alguna reacción en Yuji. —Mierda, debí saberlo —murmuró, chasqueando la lengua, molesto.