La llegada de la primera luna en nombre del príncipe Hydra fue muy de prisa. Alaenna ni siquiera podía creer lo rápido que su hijo había crecido, lo hermoso y lo inteligente que era. Aún le costaba caminar por su cuenta, sobre todo en el suelo de piedras, pero se movía con mucha facilidad sobre el césped en el prado al que siempre iba en compañía de su esposo cada vez que podían para escapar de la corte y la loca reina Alicent.
Alaenna simplemente la odiaba, sobre todo cuando quería hacerse la santa y trataba de llevarse a Hydra con ella para presumirlo con sus doncellas. La princesa era completamente consciente del favoritismo que tenía la reina por su tercer hijo, no era raro que también prefiriera al hijo de este mismo, lo raro, o horrible, era que ignoraba a Alaenna como su madre. Como forma de protesta, la madre le prohibió a la reina pasar más de una hora con su hijo, en la habitación del pequeño con la atenta vigilancia de Sir Darion y Tara, mientras ella escuchaba y observaba todo por los pasadizos de las paredes.
Aemond no parecía complacido, pero no tenía de qué quejarse, sabía cómo era su madre con Alaenna y sabía lo que era capaz de hacer para molestarla. No iba a correr ningún riesgo.
Así como la primera luna de Hydra llegó, la segunda luna del aniversario de Alaenna y Aemond pasó. Todo ese día pudo haber sido perfecto, de no ser por el pequeño altercado de la cena.
Alaenna decidió usar por primera vez los colores impuestos a su esposo en un vestido con bordados dorados, era largo y se ajustada a su cintura, pero se podía abrir con facilidad en su pecho permitiéndole la comodidad para darle pecho a Hydra que aún comía leche materna. Sobre su cabeza reposaba una pequeña tiara, regalo de su propia madre, y le había pedido a Tara que la ayudara a peinarse con un par de trenzas para sujetar la tiara y mantener su cabello largo lejos de su cara o las manos diminutas de su pequeño dragón.
Sería una cena familiar, los primos de su hijo también estarían presentes, todo porque el rey Viserys decidió asistir a la cena. Le pidió a Tara que vistiera a Hydra como el príncipe que era y la doncella lo hizo vistiéndolo de blanco y dorado. Alaenna era la hija de la princesa heredera, la tiara en su cabeza estaba más que justificada, pero en cuanto la reina Alicent la vio casi se la quitó ella misma de la cabeza.
— No deberías llevar ese tipo de cosas puestas, debes recordar tu lugar. — espetó la mujer pelirroja, petulante como siempre.
Alaenna sonrió con decencia, miró a su esposo y volvió a mirar a la reina.
— Ese es el motivo por el cual llevo este tipo de cosas, su majestad. — replicó.
Aegon, ebrio como cualquier borracho del pueblo, se rio de su respuesta. No había quien lograra callarla, ni el mismo Aemond, Alaenna era un ser libre y siempre lo sería, o eso concluyó el príncipe.
Cuando el rey fue llevado a su alcoba debido a su cansancio y los niños dormidos llevados a sus habitaciones, la reina se tomó el tiempo de acercarse a la princesa que conversaba con Helaena muy risueñas las dos. La mayor se quedó callada en cuanto vio a su madre y bajó la mirada a sus dedos. Alaenna no bajó la mirada, no le debía respeto a aquella mujer, no le debía respeto a nadie que no la respetara en realidad.
— Debo hablarle sobre algo, princesa. — sugirió la reina.
— Adelante.
— En privado.
Alicent comenzaba a cansarse de la actitud de la hija de Rhaenyra, la muchacha le recordaba a alguien pero no podía recordar a quien con exactitud, solo sabía con certeza que lo odiaba. Alaenna miró a Helaena, ella seguía cabizbaja, su mano llena de anillos se posó en la rodilla de la otra y le dijo algo en alto valyrio que la reina no comprendió, luego se puso de pie y pasó a su lado caminando hacía uno de los rincones. Era privado, pero a la vista de todos los demás lo que obligaba a ambas a mantener la compostura.
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The girl with the one eye
FanfictionViserys adoraba a su hija Rhaenyra con todo su ser, amaba a su hermano Daemon aunque no confiaba mucho en él. A la hija de ambos la tenía en un pedestal, incluso sin saber que era su hija. Eso nunca le gustó a su esposa, mucho menos después de la mu...