𝟐. 𝐔𝐧𝐚 𝐛𝐨𝐝𝐚 𝐞𝐱𝐭𝐫𝐚ñ𝐚

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Antes del cumpleaños trece de la princesa, después de haber estado viviendo en Dragonstone durante casi cuatro años junto a sus hermanos y las gemelas, un cuervo anunció un compromiso en King's Landing. Fue una noticia muy inesperada para Rhaenyra, había descartado esa propuesta hace años atrás cuando la misma Alicent la había rechazado rotundamente frente al consejo privado del rey, cuando ella aun formaba parte de aquel consejo.

La noticia no fue de su agrado, Daemon tampoco parecía contento cuando se lo comentó, pero eran ordenes del rey y había que seguirlas. Alaenna suponía que algo ocurría entre ellos, que estaban guardando un secreto pero no pasaron muchos días para que la joven princesa se enterará de que se trataba. 

— Alaenna, querida. — la llamó una noche, antes de la cena.

Afortunadamente la había visto pasar por el corredor y salió de inmediato a su encuentro. La muchacha se giró con una expresión serena en su rostro.

— Sí, madre.

— Tengo que hablar algo contigo. Algo importante. — inició Rhaenyra, su hija asintió sin apartar sus ojos violetas de ella. — Algo delicado.

— Lo comprenderé. — aseguró la muchacha.

Su madre la tomó de la mano, la guio hasta uno de los sillones en el pasillos y la obligó a sentarse a su lado. Rhaenyra admiró a su única hija biológica, tan parecida a su verdadero padre, con todos los rasgos de una princesa del alto valyrio. Alaenna empezaba a convertirse en una doncella con una belleza inexplicable.

— Tu abuelo, el rey, ha enviado un cuervo anunciando algo que le había propuesto hace mucho tiempo atrás. Algo con lo que no me siento satisfecha ahora...Le ofrecí tu mano, al igual que la de Jace, a uno de sus hijos, para evitar una futura guerra, pero fue hecha a un lado por diversas razones...Este cuervo daba una respuesta a esta oferta, el rey Viserys te ha comprometido con su hijo menor, Aemond, con el propósito de unificar a la familia. — informó la heredera, sin apartar los ojos del rostro de su hija, esperando una reacción exagerada, pero la chica asintió varias veces con la cabeza.

— Sí ese es mi deber, que así sea. — proclamó sin más.

Rhaenyra consideró que su hija era mucho más racional de lo que creía, no se sintió aliviada porque aceptara su destino, pero al menos no se sentía tan mal con su respuesta.

La boda se celebraría el día del solsticio de verano, a petición de la novia. El rey aceptó esto porque era su favorita, pero la reina estaba impaciente y obligó a la familia a trasladarse desde Dragonstone un mes antes para terminar los preparativos, casi no fue posible porque la princesa heredera se había enterado de un nuevo embarazo en esas mismas fechas, pero aún así voló en dragón con su esposo y sus hijos siguiéndola en sus propios dragones.

Alaenna no estaba contenta con su nuevo compromiso. Odiaba a Aemond por haber robado el dragón de la madre de las gemelas, a quien veía ahora como sus hermanas, y también lo odiaba por intentar matar a su hermano Lucerys esa misma noche. Pero la palabra del rey era la primera y la última y todos debían seguirla, incluso ella y su madre.

La corte nunca dejo de rumorear, la princesa era cada vez más parecida a los Targaryen y no a los Velaryon, por fin entendía el significado a las cosas que le decían al estar más pequeña. Prefería ignorarlos, caminando con la cabeza en alto y los ojos puestos al frente, sin siquiera mirarlos. Era lo que su padrastro le había aconsejado. Su madre por otro lado le había aconsejado hablar con su futuro esposo, llegar a un acuerdo entre ellos para tener una buena vida.

Pero aquel príncipe no parecía muy interesado en hablar con ella, la ignoraba en la cena, en la biblioteca, en la fosa de dragones, en los pasillos cuando pasaba por su lado, en el jardín y en sobre todo frente a la reina Alicent, aquella mujer seguía mirándola con el mismo desprecio de siempre. Después de la primera semana no insistió más y prefirió pasar sus días evitando al príncipe también. 

The girl with the one eyeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora