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Lover // charles leclerc
Capitulo: 1
























































Lover // charles leclerc Capitulo: 1

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POR FAVOR

03 de Enero del 2026
Los Ángeles, California

La sala estaba rebosante de vida, un mar de luces destellando sobre las cabezas de actores, directores y demás personalidades del cine. Las risas resonaban como música de fondo, entremezcladas con el murmullo constante de conversaciones y brindis con copas de champagne. El aire tenía ese toque inconfundible de exclusividad, donde las estrellas se encontraban para celebrarse entre ellas mismas, mostrando sus mejores galas y sonrisas perfectamente ensayadas. Para Oliver, este tipo de eventos eran parte de su rutina. Con los años, había aprendido a moverse con naturalidad en este tipo de ambientes, como si el glamour y la fama ya no lo afectaran. Con su elegante traje azul marino, confeccionado a medida, y esa sonrisa que desarmaba a cualquiera, Oliver era el centro de atención, aunque su mente estaba a kilómetros de distancia.

Con una copa de vino en la mano, sus ojos recorrían la multitud sin mucho interés, hasta que lo vio. Un pequeño gesto de sorpresa le cruzó el rostro, pero lo disimuló rápidamente. Ahí, entre la multitud, estaba Charles.

De pie junto a un grupo de ejecutivos y otras estrellas, Charles destacaba con su impecable traje negro, que realzaba la madurez que había ganado en los últimos años. Su porte, mucho más seguro y refinado, contrastaba con la imagen del chico que Oliver había conocido. Su cabello castaño estaba perfectamente peinado, y su sonrisa—esa sonrisa que alguna vez había sido la debilidad de Oliver—resplandecía con una ligereza que sólo alguien muy observador podría notar que era una máscara. Sin embargo, sus ojos... Sus ojos no mentían. Allí, detrás de esa fachada de seguridad, brillaba una mezcla de sorpresa, incertidumbre y quizás un toque de nostalgia.

El choque de miradas fue inevitable. Fue como si el tiempo se detuviera, como si en esa fracción de segundo, todo el ruido de la fiesta desapareciera, dejando solo el eco de recuerdos que ambos creían enterrados. Oliver sintió cómo una descarga de adrenalina le recorría el cuerpo, encendiendo en él algo que creía olvidado, algo que lo hacía volver, aunque solo por un instante, a ese pasado que había tratado de dejar atrás.

Charles, por su parte, sintió cómo el suelo se tambaleaba bajo sus pies. No había esperado verlo, no en ese lugar, no en ese momento. Y sin embargo, ahí estaba Oliver, tan deslumbrante como siempre, con esa presencia magnética que nunca había podido ignorar. Sentía una mezcla de emociones tan confusas que no lograba poner en orden sus pensamientos, pero lo que sí sabía era que debía acercarse.

Ambos, casi al unísono, comenzaron a caminar el uno hacia el otro. Como si una fuerza invisible los arrastrara, incapaces de detenerse. Era como si todos los caminos que habían recorrido separados los llevaran de vuelta a ese preciso instante, en medio de una sala llena de desconocidos, pero sintiéndose los únicos allí presentes.

—Hola, Charles —la voz de Oliver salió suave, pero cargada de una cautela que no había podido ocultar, aunque su sonrisa seguía siendo amigable.

—Hola, Oliver —respondió Charles, su voz más grave de lo que recordaba, pero aún así, extrañamente reconfortante.

Un silencio pesado cayó entre ellos, un silencio que hablaba más que cualquier palabra que pudieran decir. Los años de distancia, las palabras no dichas, las miradas evitadas, los recuerdos que aún dolían... Todo estaba ahí, flotando entre ellos.

—Hace tiempo, ¿no? —comentó Oliver, buscando algo para romper la tensión, aunque sabía que la simple cortesía no sería suficiente para borrar lo que los separaba.

Charles asintió lentamente, sin apartar sus ojos de los de Oliver. —Sí... demasiado tiempo, quizás.

Ambos soltaron una ligera risa, casi nerviosa, conscientes de lo extraño y surrealista del momento. Sabían que había tanto por decir, pero al mismo tiempo, ninguno estaba dispuesto a soltar esas palabras todavía. La conversación, sin embargo, empezó a fluir, casi como si fuera una necesidad más que una elección. Recordaron momentos compartidos, pequeñas anécdotas que parecían inofensivas, pero que para ellos tenían un peso inmenso. Detalles que solo ellos comprendían, miradas cómplices que decían más de lo que cualquiera en esa sala podría entender.

—Nunca pensé verte aquí, en serio —admitió Charles, una sonrisa medio torcida adornando sus labios mientras ambos se alejaban poco a poco del bullicio, buscando un rincón más tranquilo, lejos de las miradas curiosas.

Oliver, por su parte, arqueó una ceja y dejó escapar una pequeña carcajada. —El mundo es más pequeño de lo que parece. —Después, su expresión cambió, tornándose más seria—. ¿Cómo has estado, Charles? ¿De verdad?

La pregunta cayó como una piedra en el agua, creando ondas que rompían con la superficialidad de todo lo dicho hasta ahora. Charles bajó la mirada por un segundo, como si buscara en el suelo la respuesta, antes de volver a mirarlo.

—He tenido mis altos y bajos —respondió, su voz más baja, casi en un susurro—. Algunas cosas nunca cambian.

Oliver asintió lentamente, comprendiendo lo que realmente quería decir con esas palabras. Su propio corazón comenzó a latir más rápido, una mezcla de emociones que no estaba seguro de poder controlar.

El silencio que siguió no fue incómodo, sino denso, lleno de significados ocultos, de palabras que no se atrevían a pronunciar. Charles dio un paso hacia adelante, acercándose un poco más a Oliver. Sus ojos permanecían fijos, como si buscara algo en su mirada, algo que le confirmara lo que sentía.

—¿Te gustaría...? —Charles empezó, pero titubeó, algo inusual en él—. ¿Te gustaría que tomáramos un café, tal vez? Hablar más... en otro momento.

Oliver lo miró por un segundo antes de que una sonrisa genuina, sincera, iluminara su rostro. Era la misma sonrisa que Charles recordaba, la que siempre lo había hecho sentir vulnerable y feliz al mismo tiempo.

—Me encantaría —respondió Oliver, con una suavidad que Charles supo apreciar.

Y en ese instante, ambos comprendieron que este encuentro no era una simple coincidencia. Era una puerta abierta al pasado, sí, pero también, una puerta que los invitaba a mirar hacia un futuro que, aunque incierto, estaba lleno de nuevas posibilidades.



























 Era una puerta abierta al pasado, sí, pero también, una puerta que los invitaba a mirar hacia un futuro que, aunque incierto, estaba lleno de nuevas posibilidades

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DELICATE // Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora