Nanami estaba realmente inquieto aquella tarde. Se encontraba en su habitación, recostado en su cama, mirando al techo y pensando en todo: Mahito.
— Espera, ¿en todo? — Nanami se cuestionó así mismo. Llevaba horas postrado en la cama, sobrepensando en mil y un situaciones que eran provocadas por la ansiedad de pensar en el futuro.
— Joder, ¿qué es esto, qué hago? — Y es que, a decir verdad, Nanami no era una persona que sufriera de insomnio, mucho menos de problemas amorosos. Siempre fue alguien centrado en lo que debía hacer y realmente no era de muchas relaciones.
— Relaciones... — Un suspiro brotó de sus labios. Pensó en ello, pero tomando en cuenta sus pocas interacciones, llegó a la conclusión de que nunca se había enamorado, tampoco era una persona que se preocupara más allá de lo necesario por otra persona que no ocupara un puesto en su vida.
En esta ocasión era diferente, había un "alguien" pero no podía descifrar el "por qué".
Mahito no había respondido sus mensajes desde aquel día donde se marchó con el pelinegro, ni siquiera en visto, ¿lo tenía archivado? ¿bloqueado? ¿era por obra del pelinegro? En clase realmente lograba evitarlo y se le escapaba, como si desapareciera en un abrir y cerrar de ojos. Ya no tuvo oportunidad de hablar con él nuevamente.
Y sus pensamientos lo confundían de nuevo, ¿realmente se acostó con el pelinegro? ¿le prohibió que le hable? ¿estará bebiendo? ¿dónde está? ¿estará bien? ¿estará embarazado?
— ¡¿QUÉ?! — Nanami cerró los ojos con brusquedad y se golpeó el rostro.
— ¿Qué demonios, qué hago yo preocupándome? — Se puso de pie y se miro al espejo de pies a cabeza, se mantuvo algunos segundos así hasta que un vago recuerdo llego a su mente.
El día que encontró a Mahito en el baño de aquel bar.
— Oh.... — Nanami se encontraba con las mejillas rojas al pensar en aquella situación, y es que mirar a Mahito no solo frente a él, sino muy pegado a su cuerpo y restregándose, le ponía los pelos de punta. Un escalofrío recorrió su ser ante tal recuerdo y cerró los ojos, viajando a aquel día, donde lo tuvo de frente. No era la primera vez que pensaba en ello, ni siquiera lo que hizo Mahito encima suyo esa última vez. Nanami mentiría si no admitiera que se ha tocado pensando en ello.
— ¿Última vez, enserio? — Se sentía incrédulo. Mahito realmente le ponía el mundo de cabeza con las pocas cosas que hacía, pero aún había mucho que no conocía de él, que no sabía. Nanami realmente quería conocerlo, quería darse ese tiempo con él.
— Necesito verlo de nuevo.
Se cansó de esperar algún mensaje de vuelta que probablemente no llegaría. Tampoco era como si Mahito pudiera evitarlo de nuevo tanto tiempo, definitivamente se acercaría a él.
La mañana del día siguiente, fue la primer persona en entrar al salón de clases, y estuvo esperando algunos minutos hasta que visualizó por la puerta de entrada aquella figura peculiar que obviamente ya reconocía. Mahito se adentró al salón, nuevamente como si Nanami no existiera y se sentó en su lugar. Nanami asentió y dejo pasar esa situación, como si no sintiera que un par de ojos le observaban la espalda.
Nanami era una persona bastante reservada también, pocas veces dejaba ver su verdadero ser y cuando pensaba en ello, sabía que no sentía indiferencia al hacerlo con Mahito, al final la realidad era que ninguno de los dos se conocía realmente pero, ¿a qué demonios estaban jugando?
Al mismo tiempo de la lejanía y el brutal ghosteo por parte de ambos, Nanami era observador y podía decir ahora que conocía el lugar exacto donde encontraría a Mahito y por fin lo confrontaría.

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In Your Arms
Hayran KurguMahito y Nanami van en el mismo salón, y a pesar del gran crush que Mahito siente por él, éste nunca lo ha notado. Lo que Nanami no sabía, es que Mahito no era precisamente una mujer. Advertencia ⚠️ - Contenido explícito - Historia de auto lesión ...