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Mahito se encontraba en su habitación escuchando música mientras se veía al espejo. Había adquirido ropa nueva, incluyendo algunas minifaldas que tanto le gustaban, excepto porque a veces dejaban ver las marcas que tenía en sus muslos, por lo cuál solía usar medias para cubrir.

Estaba meneando sus caderas de lado a lado mientras sostenía su cabello y con sus delicadas manos recorría su cuello y clavículas, soltando un suspiro.

— Dios, estoy tan bueno.

Pronto, un ruido le distrajo de su pequeño striptease personal, era un mensaje nuevo en su celular, no era un número registrado. Mentiría si diría que no esperaba el mensaje de Nanami desde hace días que le dió su número.

Y al parecer, el rubio por fin se había dignado a enviarle un mensaje.

XX-XXXX-XXXX 11:59 P.M.

Hola.

Mahito vio su celular y pego un salto de la emoción. Se sentó en el suelo junto a su cama y no tardó en responder.

Mahito. 11:59 P.M.

¿Nanami?

X

X-XXXX-XXXX 12:05 A.M.

Pero qué.

Mahito. 12:05 A.M.

¡Ayyy, si eres tú! Ya te guardé:3

Para mala suerte de Mahito, Nanami era una persona que tardaba demasiado en responder.

Nanamin<3 12:13 A.M.

El motivo de mi mensaje es para proponer que hagamos juntos el proyecto de biología.

Mahito. 12:13 A.M.

Lo que sea contigo, bombón.

Después de ese último mensaje no hubo respuesta alguna, además ya era algo tarde, lo más probable es que Nanami se haya dormido.

Pero Mahito por fin tenía su número, y no solo eso, no dejaba de ver la foto que tenía de perfil en su cuenta.

— Dios mío, que caliente me siento.

Soltó un suspiro y se recostó en su cama, mordiendo su labio inferior mientras agitaba sus piernas por la emoción.

— ¡Lo sabía!, ¡Claro que me enviaría mensaje! No se puede resistir a esto. — se dijo así mismo acariciando sus muslos, soltando una risotada.

Apagó las luces de su habitación después de arreglarse para dormir, cerrando con seguro su habitación, listo para manifestar soñar con ese tal rubio.

— Diosito, solo te pido una cosa, que ese hombre me bese en mis sueños, amén.

Dicho esto, se recostó y cerró sus ojos con una enorme sonrisa.

Y probablemente le había servido de algo haber pensado en Nanami antes de dormir, pues le había dado resultado.

En su sueño.

— ¿Te gusta? — cuestionaba el rubio que mantenía entre su mano el cabello del pálido ojos de color, estaba detrás suyo respirando contra su nuca, mientras su otra mano apretaba la delgada cintura de Mahito contra su propio cuerpo, dejándole inmóvil.

— Dios, claro que sí. — Mahito respondía sin descaro, pegando su trasero contra el rubio que gruñó contra su cuello, acercándose a morder parte de su hombro desnudo.

— Me encanta cuando traes falda, te ves precioso. — Nanami comenzaba a rozar sus caderas contra el redondo trasero que tenía en frente, jalando el cabello que tenía entre su mano para pegarlo hacia su pecho y así, alzar el rostro de Mahito para que le viera desde su lugar.

— ¿De verdad? — Mahito gimoteaba al observar a Nanami, con ojos llorosos por la lujuria (o porque quizás, incluso en sueños, era la primera vez que alguien me había hecho un comentario tan lindo.)

Fin del sueño.

Y fue el fin, porque el adorado chido de ojos de color se despertó sollozando aquella madrugada.

— Definitivamente no esperaba eso. — sorbio su nariz luego de tranquilizarse. — Fue delicioso, joder Nanami.

Ignoro completamente la forma en que su corazón se había estrujado y cerró los ojos, dispuesto a dormir.

In Your ArmsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora