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Nanami se encontraba en el área de cubículos de la escuela; este lugar era usado especialmente por estudiantes que se encontraban realizando proyectos importantes o que solo ocupaban el lugar para sí mismos, sin embargo no era tan común ver a los estudiantes usarlos, puesto que la mayoría del tiempo se retiraban emprano a sus casas. Hubo veces en las que a Nanami le pareció ver de reojo a Mahito dentro de estos, especialmente en el último. 

Y así era en ese momento, Nanami se aproximó lo suficiente para pasar desapercibido por Mahito e invadir el cubículo en el que ahora se encontraba. El peligris traía audífonos, un cubrebocas y lentes oscuros, algo que hizo sobresaltar a Nanami, pues no se fijo en la ropa que llevaba puesta aquel día, casi podría jurar que no era Mahito, sino otra persona la que se encontraba ahí dentro. 

Mahito llevaba puesto un conjunto pants que lograba cubrir gran parte de su cuerpo, lo cual no era "normal" (desde la perspectiva de Nanami) puesto que siempre le veía con su uniforme formal de la escuela. 

— ¿Qué haces aquí, qué quieres? — Nanami tardo segundos mirando al ajeno, que no se percató cuando Mahito se había retirado los audífonos y llevó su mirada con lentes oscuros hacía Nanami. — ¿Eres tú quién me acosa ahora?

Nanami soltó un suspiro y tomo asiento frente a Mahito, dejando sus brazos encima de la mesa, preparándose para lo que iba a decir, sin embargo Mahito le interrumpió nuevamente. 

— No quiero saberlo, solo vete.

— No.

— Lárgate Nanami, o juro que gritaré.

— Mahito, no puedes llevar las cosas tan lejos, solo quiero tener una plática tranquila contigo.

— Yo no quiero, largo. — Mahito tomó sus audífonos listo para ponérselos, sin embargo en el proceso, se detuvo al escuchar las palabras de Nanami.

— Me gustas. — Nanami soltó aquello sin pensarlo demasiado, y es que a decir verdad, Mahito era la persona en la que más pensaba a lo largo del día, se preguntaba como sería estar con él aunque eso fuera arriesgarse a algún rechazo más de su parte, como había sido anteriormente. Muchas veces ambos se encontraban en situaciones poco favorables, pero eran lo suficiente para lograr hacer algo en el interior del más serio de la clase. 

Por otro lado, Mahito se encontraba en silencio, dejo sus audífonos en la mesa y detrás de esos lentes oscuros, sus ojos de color verde y azul estaban agrandados en sorpresa. No se veía por el cubrebocas, pero estaba seguro de que sus delicadas y suaves mejillas estaban teñidas de un color rojo carmín. Esperaba todo, menos eso, ¿realmente le gustaba a Nanami? Quería vomitar ahí enfrente de él. Su estómago se sentía raro, era demasiada información con solo dos palabras de ocho letras, no sabía que hacer, quería salir corriendo de ahí, Nanami no podía solo llegar a confesarse y que luciera tan demacrado. 

— He estado pensando mucho en ti. — Nanami continuó con más palabras que lograron revolcar el estómago de Mahito, estaba seguro de que le daría un ataque de ansiedad en ese momento si no salía. 

— Y realmente me preocupas... — Nanami proseguía con sus palabras sin realmente notar la actitud de Mahito, quién ya no podía retenerlo más. Se puso de pie y empujó con su mochila a Nanami, dándole un fuerte golpe en el rostro y dejando sus cosas en la mesa, corrió con toda su fuerza y velocidad a los baños más cercanos de la escuela. 

— Ay caramba, ¿Pues qué pregunté? — Nanami estaba peor que confundido ante la situación, tomó las cosas de Mahito y junto a las suyas, camino en busca del peligris, teniendo una pequeña idea de que probablemente estaba en el baño. 

Una vez dentro, había solo un baño ocupado, donde estaba Mahito jalando la palanca.

El peligris salió del cubículo del baño y camino al lavabo para enjuagarse la boca, dando un salto de sorpresa cuando notó que Nanami estaba de pie, esperándolo.

— ¿Sabes Nanami? No estoy para bromas estúpidas, dame mis cosas, ya tengo que irme. — Mahito con ese duro tono de voz estuvo a punto de colocarse el cubrebocas, sino fuera porque Nanami lo miraba con el ceño fruncido al observar un enorme moretón rojo debajo de los labios del peligris, arrebatando el cubrebocas de sus manos, lo que llevó a Mahito a cubrirse automáticamente con su mano.

— ¿Qué demonios te pasó? — Nanami lucía realmente preocupado, dejo las cosas en el suelo y se acercó hasta Mahito, quién le estaba dando la espalda, tratando de colocarse la capucha de su sueter tratando de ocultarse de forma inútil. — Por Dios Mahito, ¡dime que te pasó! 

— ¡No, suéltame! — Mahito arrojó sus brazos hacía Nanami en un intento de alejarlo de si mismo, lo cual era inútil, puesto que nada de eso provocaba que Nanami se moviera o detuviera. Al contrario de eso, tomo las manos de Mahito con suavidad, detendiendo los movimientos violentos, acercándose a él para poder razonar. 

— Yo no te haré nada, Mahito, solo quiero entenderte. — Nanami con el cubrebocas en su mano, iba a ponérselo al de ojos diferentes, pero Mahito nuevamente forcejeó y los lentes de sol que llevaba puestos terminaron en el suelo, donde la vista de Mahito se encontraba, cabizbajo pues no tenía el valor ni la dignidad de mirar a Nanami a los ojos. Estaba llorando, se sentía ridículo, sus esfuerzos por ocultar más su rostro ya no resultarían.

— ¿Lo ves? Sólo cálmate, déjame ayudarte... — Nanami tomó los lentes del suelo y cuando elevó su mirada, observo aquellas lágrimas saladas difíciles de controlar por parte de Mahito. Se puso de pie y dejando en la recargadera del lavabo el cubrebocas y los lentes, se acercó más a Mahito para abrazarlo contra su cuerpo. Llevó sus fornidos brazos alrededor suyo y acaricio su delgada espalda con cuidado y delicadeza, sintiendo como el cuerpo ajeno se amoldaba y acomodaba contra su pecho. 

Parecía como un abrazo eterno entre ambos, donde solo estaban ellos y nadie más. Afortunadamente nadie llegó a los baños a interrumpirlos, por lo que se quedaron así unos minutos hasta que Mahito se alejó poco a poco en busca de oxígeno. Nanami guardaba silencio y observaba con curiosidad al de menor estatura, el cual se limpiaba el rostro con las mangas de su sueter oscuro.

— ¿Puedo verte?

Nanami tomo el valor de preguntar, a lo que Mahito no sabía que responder, ¿qué tal si lo miraba y dejaba de gustarle? Estaba confundido, así que solo se encogió de hombros con indiferencia, no esperando que Nanami tomara su rostro con suavidad y elevara su mentón para así, por fin ver su rostro. 


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⏰ Última actualización: Sep 02 ⏰

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