Mahito se encontraba entre la gente bailando, sudor escurriendo por su cuello así como por la raíz de su cabello. Llevaba puesta una falda de holanes corta color negro, debajo unas mallas de red y un top blanco con estrellas negras.
— Iré al baño.
Mahito se alejó de la persona que sujetaba su fina cintura con fuerza contra el cuerpo ajeno, como pudo, logró safarse del agarre de manos sudorosas alrededor de la suave y pálida piel suya, caminando entre la multitud hasta poder llegar a los baños.
Se encontraba en un antro lleno de gente ebria y probablemente con sustancias ilícitas en su cuerpo, tal como él. No era su lugar favorito, pero sabía que solo ahí podía igualar su miserable ser.
Al llegar al baño, pasó por gente que se besaban y tenían algo de faje en aquella discoteca. No le pudo importar menos, lo único que quería era llegar al baño.
Logró encerrarse en uno de los cubículos y trato de inhalar algo de oxígeno, antes de desplomarse en el suelo y pegar su rostro a la taza del baño, devolviendo todo aquel líquido que su cuerpo haya consumido.
Estuvo algunos segundos que para él, fueron los más largos en donde agonizaba. Odiaba vomitar, era una práctica que le llevo a tener el cuerpo que mantenía, sin embargo lo había dejado por un tiempo, y tener que vomitar al tener alcohol en su cuerpo, no era su actividad favorita.
Se detuvo contra el respaldo del cubículo por algunos minutos, hasta que unos golpes en la puerta lograron sacarlo de su cabeza. Se puso de pie y tras jalar la palanca, abrió la puerta para poder salir.
Aunque esto no le fue posible cuando sintio que se caería en los brazos de la persona que estaba frente suyo.
— ¿Mahito?
Aquella voz la reconocía como si fuera el mismo sonido de su alarma.
— ¿Na-Nanami? — se alejó de inmediato haciendo lo posible por sostenerse con su propio cuerpo, flaqueando en el intento. Ahora mismo, su cintura estaba rodeada por los firmes brazos del rubio.
— ¿Estás bien? — Nanami claramente estaba preocupado. Había accedido salir en un plan tranquilo junto a algunos de sus compañeros, y había probado algo de alcohol, sin embargo no creía encontrarse con Mahito en el baño de aquel lugar.
— Suéltame, estoy bien. — Mahito no titubeó en safarse del agarre y como pudo, llegó al lavamanos, lavándose y enjuagando su boca, así como también su rostro. Se miró al espejo y vaya que se veía jodido. El color carmín del labial que tenía se encontraba corrido, así como el poco rimel y los brillos que adornaban sus ojos.
— ¿Qué haces aquí, con quién estás? — Nanami se posicionó detrás suyo, ambos se miraron a través del enorme espejo del baño y pronto Mahito tuvo algunos recuerdos.
— ¿Eh? —Mahito recargó su peso contra sus brazos sobre el mármol del lavamanos, sintiendo sus piernas flaquear, no quería caerse nuevamente frente a Nanami.
— Te estoy preguntando... — Nanami no dudo en sujetar nuevamente el cuerpo de Mahito frente suyo, firme, sin rastro alguno de querer soltarlo, lo que logró un enorme sonrojo en el rostro del peligris. Definitivamente eso no estaba pasando. — ¿Con quién veniste, estás solo? — nuevamente la preocupación en la voz de Nanami lo sacó de sus pensamientos. — ¿Vomitaste, que tienes?
— Ugh... esto... muchas preguntas... — Mahito soltó un suspiro y se reincorporó, recostando su cuerpo contra el fórnido pecho del rubio, dejando que este casi lo cargara y lo sostuviera con sus brazos. — Caliente. — sonrió mirando a Nanami através del espejo, mordiendo su labio inferior. Claro que tenía recuerdos y no desaprovecharía esa oportunidad.
— ¿Qué? — Nanami apenas alcanzó a reaccionar. El ruido de la música era bastante fuerte, y a pesar de que las puertas del baño lo amortiguaban un poco, seguía escuchando el parloteo de la gente y la música acompañando el ambiente. No iba a mentir, estaba preocupado y un tanto curioso por la persona entre sus brazos, pero sus pensamientos no fueron suficiente cuando sintió como Mahito comenzó a frotarse contra su cuerpo. La falda negra que llevaba se elevaba con el vaivén de sus movimientos, golpeando así su desnuda piel a traves de la malla de red contra la tersa tela de los pantalones de Nanami.
— Quédate quieto. — Mahito demandó, se recargo contra el lavamanos, quedando en aquella posición. Su cadera comenzó a moverse de arriba hacía abajo, las manos de Nanami no se movían de su delgada cintura, por lo cuál, no dudo que le estaba gustando. Alzó su rostro para ver a través del espejo, el rostro de Nanami estaba serio, pero con las mejillas ardiendo, lo cuál le hizo sonreír. Intensificó sus movimientos, haciendo de estos circulares, golpeandose contra su cuerpo, moviendo aquello que bien reconocía hasta que sintió la lejanía del cuerpo ajeno.
— ¿No te gustó? — Mahito volteó a mirarle con un puchero, Nanami solo cubrió su sotro con ambas manos. Había un problema, en sus pantalones. — No me sueltes, me caeré por tu culpa. — dicho esto, se acercó a Nanami para acurrucarse contra su pecho. Nanami seguía sin decir nada, sin embargo, nuevamente sostuvo el delgado cuerpo entre sus brazos.
— Oye yo... tengo que irme. — Nanami alcanzó a murmurar, cuando la intensa mirada del chico en falda volteó a verlo.
— No.
— Tengo que volver con mis amigos... — Nanami trato de alejar el agarre del delgado cuerpo con cuidado.
— No, no me abandones. — Mahito aferro sus delgadas manos a la ropa del rubio, que pronto se extrañó por aquella actitud. — Dime, ¿no te gustó? — susurró contra su oído cuando bajo una de sus manos al notorio monte entre sus pantalones, lo cual hizo sobre saltar a Nanami.
— Mahito, en primer lugar, no vine aquí contigo. — Nanami soltó aquellas palabras con firmeza. Ambos cuerpos se alejaron, aunque uno de ellos cabizbajo. Nanami tenía el corazón acelerado, estaba enojado. — Te veré después.
— Tú, ¡maldito idiota! — exclamó con coraje Mahito, alzando el rostro con los ojos rojos. Estaba ebrio, no sabía en que momento había flaqueado tanto para perder su faceta de siempre. — ¡Entonces solo vete a la mierda, maldito precoz!
Nanami tragó saliva y consternado, se quedó algunos segundos tratando de asimilar la situación. Se limpió el sudor de su frente y sin más, salió del baño con un suspiro de resignación.
Mahito tenía el rostro lleno de lágrimas, resonó los pies contra el suelo en un intento de "berrinche" y se encerró en un cubículo nuevamente.
Saco de un bolsito de su falda aquel polvo de hadas que le haría volar y olvidar el amargo momento.

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In Your Arms
Fiksi PenggemarMahito y Nanami van en el mismo salón, y a pesar del gran crush que Mahito siente por él, éste nunca lo ha notado. Lo que Nanami no sabía, es que Mahito no era precisamente una mujer. Advertencia ⚠️ - Contenido explícito - Historia de auto lesión ...