CAPÍTULO 6. Es medio día

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En pleno posicionamiento del sol en su punto más alto en el cielo, mediodía, Kazuya misteriosamente se encontraba contento.

La razón era sencilla.

La persona que se la pasaba dando vueltas en su cabeza era su vecina, con quién acababa de pasar un buen momento en la mañana, de pura casualidad, cuando madrugó sin querer.

(Al que madruga Dios lo ayuda ¿no?)

Pensaba.

Llevaba ya todo el día con cara de bobo, tras bañarse al llegar a casa de correr.

(Mizuhara estaba hermosa en su vestimenta deportiva...)

En realidad, Kazuya si la estuvo mirando, desde el momento en que ella se fue a comprar el helado, advirtió lo bonita que se veía la chica, como el Kazuya de toda la vida, pero el asombro le duró poco, en tanto le tocó volver a interactuar con la mencionada, simplemente habló con normalidad y quizás un poco de nerviosismo disimulado.

Sus pensamientos se dedicaban a resaltar la belleza de aquella mujer, con la cual lleva interactuando ya bastante tiempo.

Sin embargo, esos mismos pensamientos se ven interrumpidos al momento de que su estómago decide pedirle comida.

< Mmm... ¿Será...? Si, una vez al año, no hace daño >

Recitando la misma excusa de toda la vida, se dirige a un sitio de comida rápida.

< Me da una hamburguesa grande con una porción de salchi-papas >

Pide con una sonrisa de oreja a oreja.

< ¡A la orden! ¿Eh? >

< ... >

< ... >

Kazuya, y la chica que lo estaba atendiendo, se quedaron mudos durante unos minutos.

< ¡Perdón me equivoqué de lugar! >

Exclamó aterrado, mientras trataba de huir.

Sin embargo, cuando quiso correr, sintió que lo agarraban con fuerza desde la mochila, era aquella chica, que posteriormente, sin motivo alguno, decidió tirarle la gorra al suelo... revelando...

...

El sol, en su más alto durante el día; vio una oportunidad, su pasatiempo favorito desde hace un mes, desde que Kazuya está rapado, su perfecta calva reluciente, con la capacidad de brillo más fina que alguien jamás haya sido capaz de reflejar.

Simplemente el sol ama el momento en que puede reflejarse en aquel santo santuario.

Toda la luz solar, dirigida un solo punto.

La calva de Kazuya.

Sin embargo, un pequeño impedimento frustró la diversión de la estrella de nuestro sistema solar...

Un enemigo.

Unos cuantos pelos cortos que finalmente habían comenzado a crecer, aunque pequeños, ya son los suficientes en cantidad como para quitarle la capacidad de reflejo a la tan perfecta esfera de diamante pulido que era la cabeza de Kazuya.


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Kanojo; Okarishimasu - Consiguiendo dignidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora