Capitulo 17 (borrador)

2 0 0
                                    

Relata Zoe:

Los días comenzaron a deslizarse en una rutina predecible, pero dentro de mí, algo nuevo estaba germinando. Era una mezcla de determinación y una tranquila resolución que me permitían avanzar, aunque a veces todavía sintiera el peso de todo lo que había pasado.

Comencé a dedicar más tiempo a mí misma, a reencontrarme con las cosas que solía disfrutar antes de que todo se volviera tan caótico. La lectura, que había sido mi refugio en otros tiempos, volvió a ocupar un lugar importante en mi vida. Pasaba horas en la biblioteca, no solo estudiando, sino perdiéndome en las páginas de novelas que me transportaban a mundos diferentes, lejos de mis propios problemas.

Mi relación con Brenda también se fortaleció. Ella, siempre tan alegre y sincera, fue una roca en la que me apoyé durante esos días difíciles. Empezamos a hacer planes para el futuro, hablar de cosas que nos hacían ilusión, como viajar juntas cuando termináramos la escuela. Era refrescante pensar en algo más allá de mi realidad inmediata.

Una tarde, mientras estábamos en el parque, Brenda me sorprendió con una propuesta.

—Zoe, ¿qué te parecería apuntarnos a clases de yoga? —preguntó, con una sonrisa radiante—. He leído que es genial para la mente y el cuerpo, y creo que a ambas nos vendría bien algo así.

La idea me tomó por sorpresa, pero cuanto más lo pensaba, más sentido tenía. Estaba en un momento de reconstrucción personal, y el yoga podría ser una forma de conectar con esa nueva parte de mí que estaba tratando de emerger.

—Me parece una gran idea, Brenda —respondí, sintiendo un pequeño atisbo de emoción—. Podríamos empezar este fin de semana.

Nos apuntamos a las clases, y desde la primera sesión, supe que había tomado la decisión correcta. El yoga me ayudó a centrarme, a respirar profundamente y a soltar el estrés que había estado cargando durante tanto tiempo. Era como si, con cada postura y cada respiración, estuviera dejando ir un poco más del dolor que había estado acumulando.

Relata Dylan:

El alejamiento de Zoe fue tan difícil como había imaginado, pero también me dio el espacio necesario para reflexionar sobre lo que realmente importaba. Las palabras de Ana resonaban en mi cabeza: "Tienes que aprender a dejar ir para poder avanzar." Y aunque dejar ir a Zoe no era algo que quisiera hacer, sabía que era necesario para ambos.

Me sumergí en mi trabajo, utilizando la enseñanza como una manera de distraerme y de canalizar mis energías. Sin embargo, no podía evitar pensar en ella, preguntándome cómo estaría, si realmente estaría logrando avanzar sin mi presencia en su vida.

Una tarde, después de una larga jornada en el instituto, recibí una llamada inesperada. Era Ana.

—Dylan, solo quería darte una actualización sobre Zoe —comenzó, su voz cálida y profesional a la vez—. Está haciendo un gran progreso. Se ha enfocado en sí misma, ha encontrado nuevas formas de lidiar con sus emociones y está comenzando a reconstruir su vida.

Sentí una mezcla de alivio y tristeza al escuchar esas palabras. Saber que Zoe estaba bien me llenaba de una paz que no había sentido en semanas, pero también me recordaba que mi papel en su vida había cambiado para siempre.

—Me alegra mucho saber eso, Ana —respondí, con sinceridad—. Lo único que quiero es que ella sea feliz y esté en paz.

—Lo sé, Dylan. Y creo que, en parte, eso es gracias a la decisión que tomaste. A veces, lo más difícil es lo que más necesitamos —dijo Ana, antes de despedirse.

Colgué el teléfono con una sensación de cierre, sabiendo que había tomado la decisión correcta, aunque no hubiera sido la más fácil. Era momento de seguir adelante, al igual que Zoe lo estaba haciendo.

Relata Zoe:

El yoga, las charlas interminables con Brenda, y el simple hecho de permitirme disfrutar de las pequeñas cosas, empezaron a transformar mi vida. Ya no me sentía atrapada en un ciclo de desesperación. En su lugar, comencé a sentir una chispa de esperanza, una que se encendía cada vez que lograba hacer algo nuevo por mí misma.

Mis padres, aunque todavía distantes, empezaron a notar el cambio en mí. Hubo una tarde en particular que recuerdo con claridad. Estábamos sentados en la mesa del comedor, algo que no había sucedido en mucho tiempo, y mi madre me miró con una expresión que no le había visto en años.

—Zoe, te ves... bien —dijo, con un tono casi vacilante, como si no supiera cómo expresar lo que sentía.

—Gracias, mamá —respondí, con una sonrisa—. Estoy mejorando.

Fue una conversación breve, pero significó mucho para mí. Era el primer paso hacia la reconciliación con ellos, aunque sabía que aún quedaba un largo camino por recorrer.

Los días se convirtieron en semanas, y pronto me di cuenta de que el semestre estaba llegando a su fin. Mirando hacia atrás, apenas podía reconocer a la chica que había sido al inicio de las clases. Había cambiado, y aunque algunas cicatrices todavía dolían, sabía que estaba en el camino correcto.

Relata Dylan:

El fin del semestre también significaba el final de mi tiempo como profesor temporal en el instituto. Había tomado la decisión de no renovar mi contrato, en parte porque sentía que necesitaba un cambio, y en parte porque estar cerca de Zoe, aunque no interactuáramos tanto, seguía siendo una tentación que no podía permitirme.

En mi último día, después de entregar las notas finales, decidí dar un paseo por el campus, absorbiendo los últimos momentos de un lugar que, a pesar de todo, me había marcado profundamente. Fue durante ese paseo cuando la vi.

Zoe estaba sentada en un banco, su cabello brillando bajo el sol, un libro abierto en su regazo. Parecía concentrada, tranquila, como si finalmente hubiera encontrado un equilibrio. Me detuve a una distancia prudente, sin querer interrumpir su paz.

La miré por un momento más, permitiéndome grabar esa imagen en mi memoria. No sabía si nuestros caminos se cruzarían de nuevo, pero si ese era el último recuerdo que tendría de ella, estaba agradecido por ello.

Relata Zoe:

No supe cuánto tiempo había pasado, pero cuando levanté la vista, vi a Dylan a lo lejos, observándome. Había algo diferente en él, una serenidad que no había visto antes. Nos miramos durante lo que pareció una eternidad, y en ese momento, supe que ambos habíamos cambiado.

Le sonreí, una sonrisa pequeña pero genuina, y él me devolvió el gesto antes de girar y seguir su camino. No hubo palabras, no hubo despedidas, pero ambos sabíamos que ese era el final de un capítulo importante en nuestras vidas.

Volví la vista a mi libro, pero mi mente ya no estaba en las páginas. Estaba en el futuro, en las posibilidades que me esperaban. Había cerrado una puerta, pero otras tantas estaban abiertas ante mí, listas para ser exploradas.

El pasado había sido duro, pero ahora me sentía preparada para lo que viniera. Era momento de resurgir, de enfrentar el mundo con una nueva perspectiva y una nueva fuerza que, hasta ahora, no sabía que tenía. Y aunque Dylan siempre tendría un lugar en mi corazón, entendí que mi camino debía seguir adelante, con o sin él.

La vida era un misterio lleno de giros inesperados, pero por primera vez, estaba dispuesta a abrazarlo con todo lo que tenía.

Quemada por la pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora