Dulce infancia.

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Mar, cielo y tierra atados a una hoja de papel hecha desde la inocencia y enviado al más allá en el centro de la conciencia.
Dulces y paletas son sus recompensas a pesar de ser mi dolor de cabeza. Aunque en secreto espió la alegría que las mismas generan.
¿mi corazón, en donde encontraste esa capa tan extraordinaria?
A veces vuelan en busca de nuevas estelas y en otras plantan esperanza donde la soledad y la tristeza aguardan.
Pero al final del día, cuando sus capas ya no tengan energía y sus gafas solo vean la cruda realidad, espero estar ahí para limpiar cualquier rastro de injusticia.
Creo que ya es hora de recuperar fuerzas y de recordar las lecciones aprendidas.
Que lluevan las propuestas y aquella curiosidad desmedida, mamá y papá están listos para lo que sea.
Perdónennos si de vez en cuando nos gana el coraje, verán que las emociones son algo salvajes.
Hora de dormir, dulce ángel... mañana será otro día para danzar con alegría.

Las cuatro estaciones de un corazón quebrantado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora