Flores de temporada.

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Existente efímeramente en el solsticio de un próximo verano, con raíces profundas dentro de un corazón petrificado, pero enfocado en consuelo de un viajero solitario con el perfume de un amor doblegado...
Incesante bajo la luz ardiente de un perpetuo brío, que dicta el sendero a otro destino, mientras te aseguras que será la última, leyendo a las montañas, que alguna vez fueron cercanas, citando al principito, su mejor amigo, tenerla contigo el resto del camino.
Aunque luego de varios rotes a la muerte la tengamos de visita, nuestra cita ha sido exquisita y por siempre conocida como una linda travesía...

Las cuatro estaciones de un corazón quebrantado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora