Capítulo 6

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Narra  Tina.

Adri amagó con salir del cuarto, pero antes de girarse, soltó un comentario que me hizo reír:

—Ya, tío, no veo nada —dijo mientras se giraba para añadir—. Mira, bro, que a lo mejor lo mío no eran las españolas y me llama la argentina.

Después de cerrar la puerta, miré a Dani con una cara que decía "estoy buenísima y lo sabés, y ahora tu amigo también lo sabe, jódete." Dani, que todavía me sostenía la toalla, subió su mano libre y, con la otra, me agarró los cachetes, apretándome la cara.

—Tina, ¿pero qué cojones te pasa? —me dijo enfadado—. ¿Qué haces desnudándote así frente a todos? ¿No te sube oxígeno a la cabeza o es que te la suda todo?

—Ay, Dani, tranquilo, amor, somos esposos y la Biblia dice que somos una sola carne, ¿o no? —aproveché para hacer lo que había querido desde que entré al cuarto, pero que conste que era esencial para el plan. Subí mi mano y la pasé por su abdomen bien marcado, aprovechando que parece que la costumbre de andar en cuero no se le va con los años.

Justo cuando estaba por llegar a las tiras de su short, me detuvo:

—Tina... —y por un momento pensé que no quería decir lo que iba a decir—. No me sigas tocando los cojones —terminó antes de irse del cuarto, dando un portazo.

En ese momento, decidí que era hora de vestirme para la joda. Como mi "super" cena de cumpleaños —nótese el sarcasmo— terminó a eso de las ocho, es decir, súper temprano (en realidad nosotros nos fuimos, pero supongo que si la cumpleañera se va, la fiesta se va con ella), tuvimos tiempo de sobra para hacer todo lo que hicimos hasta este momento. Además, es de público conocimiento que la fiesta se pone buena a eso de las dos de la madrugada.

Tenía que elegir muy cuidadosamente lo que me iba a poner. Hoy Dani iba a sufrir mucho. Necesitaba algo que fuera un arma mortal. Con mis amigas, en estas ocasiones decimos que necesitamos algo "prostichic," término que define perfecto lo que me tengo que poner hoy. Después de vestirme y maquillarme, ya estaba lista para bajar.

Cuando lo hice, vi a los chicos sentados en el sillón con sus teléfonos. Si hay algo que los Gandini sabemos hacer es llamar la atención, así que en cuanto puse un pie en la sala, dije:

—¿Cómo me veo? —y di una vuelta mostrando mi look, sabiendo perfectamente que estaba exquisita y, parece, que todos estuvieron de acuerdo.

Menos uno.

—¡Ala, pero qué chula! —me dijo Jopa.

Adri chifló y se paró para darme una vuelta. Borja se limitó a decir que estaba muy mona. No conozco mucho a ese chico, pero estoy segura de que está muy enamorado. A ver, no es por nada, pero si yo fuera un chico y me veo a mí misma, diría más cosas que un simple "qué mona." A no ser que esté enamorado. Ya le preguntaré a Dani.

Después de que Adri me hizo dar una vuelta, Dani se paró con el ceño fruncido. Alejó a Adri con la mano y me bajó un poco la pollera para que no se me vea nada. Este pibe arruina mi look prostichic. Me tomó de la mano y me llevó a la cocina.

—¿Qué pasa, lindo? Estoy muy hermosa, ¿no? —dije dando una vueltita para que me vea.

—Tú no estarás hablando en serio, ¿verdad? Prácticamente se te ve todo el culo y piensas que te voy a dejar salir así. Madre mía, Tina, no sé cómo será en Argentina, pero aquí no todos los españoles tienen mi autocontrol —sonreí ante lo último que dijo.

—Entonces, qué bueno que tengo un esposo que me cuide —le di un beso en el cachete y me di la vuelta para volver con los chicos. Antes de salir, me giré y le dije—: Ah, y por cierto, Dani, nadie te obliga a controlarte —le tiré un beso y me fui.

Luego de eso, decidimos que era hora de irnos y nos subimos todos al auto. Yo iba de camino junto a Dani, aunque tuve que pelearme brevemente con Jopa, que también quería mi lugar.

—Mirá, Jopa, yo soy la esposa, así que tengo que ir adelante —y después de sonreírle, me subí.

Estábamos de camino al centro mientras escuchábamos la radio. Luego de unos minutos, llegamos a un boliche y, después de buscar una mesa, decidí ir a recorrer un poco. Entiendanme, cuando estuve en España era menor y no tuve la oportunidad de salir de gira, así que quería ver qué onda.

Después de dar una vuelta y tomarme un trago —que, por cierto, me regaló el barman—, decidí ir con los chicos.

—¡Holaaa! ¿Cómo la están pasando? —les pregunté a los presentes: Adri, Borja y Jopa, ya que Dani no estaba por ningún lado. Mejor me distrae con su sonría.

—Hola, Tina, estamos a tope. Este sitio es tochísimo —me contestó Borja.

—Es que está súper chulo, aparte el barman es majísimo. Aquí sí se puede hacer bien el drinking, ¿a que sí, Adri? —le dijo Jopa a Adri.

—Sísí, está súper top, bro —le contestó Adri.

A pesar de que estos chicos me caían bien, tenía un plan y no podía darme el gusto de desaprovechar la ocasión, así que tuve que tragarme mi orgullo y preguntarles:

—Eu, chicos, ¿saben dónde está Dani? —Ellos se miraron entre ellos, haciendo una cara pícara, a lo que yo rodé los ojos.

—Bueno, pues no creo que te mole mucho lo que te voy a mostrar, pero creo que a alguien se le ha olvidado que está casado —me dijo Jopa señalando a la barra. Cuando me di vuelta, casi me reí de lo que veía. Dani estaba con una chica y parecían bastante felices.

—¿Y esa chica quién es? —pregunté por chusma más que nada, total, él y yo nada que ver.

Pero lo que Adri me dijo sí me jodió un poco:

—Esa chavala es un ex ligue, se llama Marta, y parece que no lo ha superado.

Así que no era cualquier chica, era casi su ex. Normalmente no me importaría, pero después de unos segundos comprendí que ME IBA A DEJAR CORNUDA y yo JAMÁS, JAMÁS voy a ser cornuda y menos con una galleguita de cuarta que encima es su ex garche.

Ay, cómo quedaría eso: Argentina Gandini, la cornuda del año.

No podía permitir eso.

Así que hice lo más maduro que una chica de 19 años puede hacer cuando ve que su esposo está levantándose a una mina que, encima, es su ex casi algo que parece que no lo supera:

emborracharme hasta pegarmea en la pera.

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Uy uy uy.

Parece que alguien se enojo.

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Saluditos

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