– No, Ella, no te lo quites, es para mami.
Rosé nunca creyó que iba a pelear con una bebé de dos meses por un disfraz, pero la vida le sorprendía a diario.
Era el día de las madres y tenía dos cachorros que preparar, un dulce y tierno que se dejó vestir con un disfraz de osito adorable y una bebé igual de tierna pero con un carácter especial que odiaba su gorro de flor y no iba a aceptar que su mamá la vista con este.
– ¿Y si se lo pegamos? – propuso Hyejin, que al parecer había parado de mirarse en el espejo con su nuevo traje de oso marrón.
Aprovechó la distracción y la adoración que Ella sentía por su hermana para ponerle el gorro sin que lo notara.
– No amor, no podemos pegárselo, ya está, si no se da cuenta no se lo sacará, ¿listo, osito? – preguntó, cargando a la bebé que pronto comenzaría a lloriquear si no le conseguía a su mami.
Ella tenía casi dos meses, llegó al mundo como y cuando quiso, con el par de ojos verdes bien abiertos y sus genes listos para ser mostrados al planeta. Era igual a Jennie y tenía el carácter de Rosé. Era la cachorra más bonita que había visto en su vida y Rosé estaba embobada con ella y el papel que tomó en su familia.
Era todo lo contrario a su hermana. Mientras que Hyejin era más independiente y calmada, la pequeña era Jennie-dependiente y se hacía oír con ese par de pulmones sanitos que tenía.
Así como en ese momento, cuando había comenzado a quejarse al notar que había sido arrancada de su colecho junto a mami e interceptada por una Hyejin y una Rosé que querían mimar a Jennie en su día.
– Creo que Ella tiene hambre, mami – dijo Hyejin con ese tonito de niña inteligente que le gustaba poner.
Era adorable y estaba tan grande que una Rosé orgullosa no se cansaba de descubrir esas nuevas facetas suyas, en especial desde que había comenzado el jardín de infantes y según su maestra era el mejor niña que había tenido.
– Ya se la devolvemos a mamá, ¿eso quieres florcita? ¿quieres a mamá? – preguntó poniendo esa voz vergonzosa que ponía con la bebé, sonriendo al ver cómo se emocionaba al oír hablar de su mami.
Abrió la puerta de la habitación, sonriendo al ver a su omega envuelto cómodamente en sábanas. Rosé se había preocupado porque durmiera un poco más, ya que por la noche se despertaba a diario a amamantar a Ella y la noche anterior no había sido la excepción. La alfa se despertaba con ella e intentaba brindarle toda la comodidad posible, pero quién ponía el cuerpo era su Jennie.
Y por eso iban a celebrarlo ese día, porque Jennie era la mejor mami del mundo para ese par de cachorros en sus brazos.
Ayudó a Hyejin a entrar en la caja que habían decorado y puso a Ella en sus brazos, sonriendo al ver cómo la ajustaba con cuidado y ternura. Hyejin amaba a su hermanita más que a nada.
Se acercó a Jennie y besó su coronilla, despertándola suavemente. Sonrió al sentirla suspirar y luego estirarse, parpadeó en dirección a su costado, se sentó de golpe al ver que Ella no estaba, pero se relajó al ver la caja en frente suyo.
– Oh, Rosé, ¿qué hicieron? – dijo con voz ronca y una sonrisa divertida – ¿Dónde están mis bebitos?
La caja se sacudió con una risita, claramente Hyejin no estaba allí y claramente no se reía, no era como si se viera su cabeza.
Jennie levantó la tapa y Hyejin gritó su "feliz día mami" sacudiendo las manitos de Ella, quien sonreía al por fin ver a su mamá.
– Hola mis amores – exclamó el omega, tomando a la bebé y ayudando a Hyejin a salir. Besó las caritas de los dos – Gracias, bebé, ustedes me hacen sentir que estoy en el día de las madres todos los días, los amo mucho.
La alfa sonrió al ver a su familia en ese pequeño abrazo y decidió unirse, besando la frente de su omega.
– Gracias por ser la mejor mamá del mundo para nuestros hijos, eres increíble en todo lo que haces y pones tu corazón en todo, ellos no podrían haber pedido algo mejor – dijo sonriendo a su chica que tenía lagrimitas en sus hermosos ojos.
Odiaba ver a Jennie llorar, pero amaba que fuera tan sensible y cosas así le emocionen al punto de derramar su corazón por los ojos. Era encantador, como una obra de arte romántica que llegaba a tu corazón por los ojos.
– Gracias a ti, Rosé, no tendría todo este amor si no fuera por ti – besó sus labios.
Los cuatro se abrazaron por un largo rato. Hyejin se recostó en el regazo de Jennie a contarle lo que había soñado, Ella reclamó su desayuno y se metió un pecho en la boca. Jennie los mimaba a ambos mientras Rosé lo mimaba a ella.
Era una mañana más, juntos en la cama con sus cachorros, adorando a Jennie y celebrándola como si realmente el día de las madres fuera todos los días.
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Beach Girls | Chaennie
FanfictionJennie sabía solo dos cosas de la madre de su bebé, que se llamaba Rosé y que era la alfa más caliente que una omega soltera de 21 años podría haberse cruzado en una noche de verano. Ahora tenía 24, estaba sola con una dulce niña llamada Hyejin y un...