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Su omega y su cachorra estaban descansando a su alrededor, su omega abrazaba su cachorra y con la otra mano la mantenía cerca de ella, su alfa.

Su omega y su cachorra. Su familia, su manada, su todo.

Suyas para proteger y amar; Rosé no era ciega, sabía que su omega tenía astillas con las que se pinchaba a sí misma a veces, sería un trabajo largo hasta llegar a sanar las heridas de su corazoncito y la alfa iba a estar ahí en todo lo que Jennie le permita estar.

Y su cachorra merecía una buena madre, la mejor de todas, y Rosé sabía que podía ser un desastre para todas las cuestiones de la vida, pero mientras aquel angelito siga abrazándola y pidiendo por ella, Rosé haría lo imposible por ella, por ellas.

Asistiría a todas las malditas fiestas de té de dinosaurio que Hyejin organizará y hablaría con los peluches si eso hacía reír a la pequeña.

Oh Rosé, jamás olvidaría la alegría de esa niña al despertar y encontrarla en la cocina abrazado a su mamá, jamás olvidaría como las tuvo a ambas en sus brazos y fue como sostener todo su mundo.

Habían jugado toda la tarde, Jennie había estado ausente la mayor parte del tiempo, pero acudía a todo lo que le decían, la omega necesitaba su espacio, pero no había querido que se marche, así que Rosé pidió una pizza, napolitana y de rúcula porque eran las favoritas de su omega y su cachorra.

Jamás se cansaría de decir eso, su omega y su cachorra.

La hora del baño había dejado a Hyejin agotada en brazos de Jennie, pero no paraba de hablar con ella cuando decidieron sentarse en el sillón para dormirla.

ㅡ¿Pero no podemos hacer una pijamada? ㅡla voz de la pequeña sonaba gangosa, era el sueño hablando por ella.

Jennie sonreía al oírlas, su mano acariciaba la naricita de Hyejin ida y vuelta, sus párpados pesando más y más con cada caricia de sus delicados dedos.

ㅡNo, amiguita, hoy no, pero otro día traeré mi mejor pijama y acamparemos en la sala, ¿quieres? ㅡlo último que recibió de Hyejin fue un asentimiento y estaba ida.

Alzó los ojos a la omega a su lado, que aún acariciaba la naricita de la menor, ella también la estaba mirando y también se le veía cansada.

ㅡHas estado callada ㅡsusurró, su brazo pasando por detrás de la omega sin llegar a tocarla.

Pero Jennie se acurrucó contra el brazo, permitiendo que la abrace por los hombros, su mano alcanzando su brazo dónde comenzó a dejar caricias sobre la tela del sweater.

ㅡHe estado pensando... ¿Realmente estás bien con esto? ㅡsu voz sonó tímida y suave.

ㅡEstoy perfectamente, te lo dije Jennie, las amo y son mis personas favoritas, si tú me lo permites quiero estar en sus vidas y no ser solo una conocida de a ratos ㅡno mentía, era su corazón hablando de primera mano.

No había nadie más con quien hubiera querido formar una familia que no sea Jennie y ahí estaban, acurrucadas en un día de semana, siendo todo lo doméstico que alguien podría querer.

Rosé era la mujer y la alfa más afortunada del universo al tenerlas, no iba a hacer nada para perderlas.

ㅡYo tampoco quiero que te vayas, quiero que te quedes con nosotras, no quiero volver a estar sola ㅡsusurró Jennie, alzando la mirada para verla a los ojos.

Se inclinó sobre ella y dejó un suave beso en su nariz y frente, no atreviéndose a ir más abajo como quería. Pasitos de bebé.

Las acercó más a ella, una manta en el sofá fue el cobertor perfecto. Rosé no se iría y tal vez si acamparían en el sofá.

Beach Girls | ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora