12 | Tu eres mi lector favorito

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Trato de dormir pero esos sueños no me dejan en paz y no, no son pesadillas son sueños húmedos con Dereck

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Trato de dormir pero esos sueños no me dejan en paz y no, no son pesadillas son sueños húmedos con Dereck.

Empezamos fuerte lo se pero es la verdad, desde que nos besamos en su casa los recuerdos así no paran.

Estoy seguro que soy el único que está así por eso ya que en estos días que lo he visto el parece actuar como si nada.

Supongo que él ya está acostumbrado a estas cosas (A besarse con medio mundo y hacer que no pasó nada) algo a lo que yo no estoy acostumbrado.

No puedo ni cerrar los ojos sin verlo, se nota que soy un virgen de mierda.

Me acomodo de vuelta apoyándome en la almohada cuando escucho sonar mi celular.

Me giro y agarro el celular.

Y es el número del mismo con el que he estado soñando.

Dereck.

—¿Hola?—Atiendo la llamada y silencio—¿Dereck?.

—¿Estás ocupado?—Cuando por fin responde escucho su voz entrecortada.

—¿Qué? ¿Dereck sabes la hora que es?—Otro silencio hasta que escucho como suspira y tose—¿Dereck estas bien?.

Me siento en la cama preocupado al escucharlo toser tan fuerte.

—Perdón, yo no se ni porque te llame en primer lugar, lo siento te desperté—Niego para mi mismo.

—No te preocupes, ¿Que sucede?—Trago saliva nervioso—¿Quieres que nos veamos?.

—En realidad, ¿Puedes salir a tu patio trasero?—Analizo lo dicho y cuando caigo en cuenta me levanto lo más rápido que puedo saliendo del cuarto.

—Voy.

Solamente digo y cuelgo la llamada.

Bajo al primer piso lo más rápido que puedo sin hacer ruido porque mis padres duermen.

Me asomo por la puerta corrediza antes de abrirla y lo veo sentado jugando con Lili en el pasto.

Abro la puerta y me acerco lo más rápido a él.

—Dereck—digo preocupado y él levanta la cabeza.

Mi sorpresa debe ser obvia porque él vuelve a bajar la cabeza.

Me agacho a su altura y tomó su cara con miedo.

Lo analizo y veo los golpes en toda su cara.

Un ojo morado, el labio partido, un golpe demasiado feo en la frente con un poco de sangre y sus ojos rojos.

No digo nada y sigo viéndolo detalladamente, agarró sus manos, todas rojas de sangre y heridas.

Su ropa sucia está llena de barro y manchas rojas, obviamente sangre.

Ya déjame tontoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora