La actitud de Rebecca me recordaba mucho a mi, en muchos aspectos como la forma en la que comenzó a perder las ganas y la esperanza, simplemente éramos muy parecidas. Y quería apoyarla para evitar que cometiera algún error parecidos a los que me dejaron fuera de las canchas.
Durante las últimas semanas comenzaron a llegarme mensajes con advertencias pero con el pasar de los días cambiaron para ser amenazas. Creía que era por cuestiones de mi trabajo o alguna chica resentida por no darle la oportunidad de jugar fútbol profesionalmente, pero todas esas dudas cesaron con una amenaza muy contundente y que me dejó con bastante miedo.
"Es ahora que está revolcándose entre su miseria que debes abandonarla, porque sino lo haces YA quien pagará las consecuencias serás tú".
Esa nota me llegó justo cuando regresaba de mi viaje, donde dejé durante una semana a Rebecca. Y era cierto ella estaba realmente mal que le di espacio, un espacio que me dejó para nada feliz pero que esperaba le funcionará. Fue todo lo contrario, no comía y ni siquiera se levantaba de la cama, lloré con ella, sentía su sufrimiento como mio porque en mi peor momento también necesite qué alguien me acompañará y yo quería ser ese alguien para ella.
Con la primera visita de Rebecca a la psicóloga llego otra nota a mi oficina, al parecer esta persona sabía de los movimientos que hacía durante el día y también de la rutina de Rebecca, comenzaba a preocuparme y ya no podía ignorarlo.
"Es tu última oportunidad, sacala de tu casa antes se que sea demasiado tarde para ti, para Rebecca y para tu nana".
El que me hiciera mención de mi nana aumentó mucho más mi preocupación y lo primero que hice fue ir a buscarla a su pequeña casa.
—Hola mi niña. —saludó alegre la mujer ahora con su cabeza llena de canas y algunas arrugas en su rostro. —¿Como estás? —preguntó tomando mis manos entre las suyas.
—Ahora que te veo mucho mejor. —respondí acercándome a ella para abrazarla, ella es como mi madre y cuando ella creyó que ya no la necesitaba más en casa fue que decidió mudarse, me opuse porque la quiero y estaba acostumbrada a ella, pero tampoco podía obligarla a quedarse conmigo y fue que le busqué un hogar pero ninguna de mis opciones le gustaron y al final ella escogió esta pequeña casa. —Te extraño en la casa, nana.
—Pero si ya no me necesitabas más, Freen. —siempre la voy a necesitar, ella es mi madre.
—Sabes que eso no es verdad, te lo he dicho muchas veces tu eres mi madre. Aunque no te guste. —le aseguré porque ella siempre decía que no podría ser hija de una mujer tan bella como yo.
Me invitó a comer y acepté encantada, yo sabía cocinar perfectamente pero su sazón era incomparable. Después de la comida y de que le ayudara a levantar los platos de la mesa volvimos a la mesa con el pastel que traje para degustar.
—¿Que te aflige, mi niña? —esta mujer me conocía tan bien que ya se estaba tardando en preguntar.
—Nana, sé que ya soy una adulta pero siempre necesito de tus consejos de madre. —le dije mientras dejaba a un lado mi pastel. —¿Recuerdas a Rebecca?
—Si, la chica que te rompió el corazón y a la que no le declaraste tus sentimientos. Y por eso se casó con otra mujer. —ella estuvo en todo el proceso de dolor al ver a Rebecca casada con otra mujer y todo por no ser valiente.
—Nos volvimos a reencontrar. —solté sin levantar la mirada. —Ella sufrió una lesión y sus amigas me buscaron para apoyarla…
—Y aceptaste sin dudar. —sentenció sin ninguna duda. Solo asentí porque en parte era verdad, si dudé pero al final hice lo que mi corazón dictó.
—Sabes que sigo enamorada de ella y verla sufrir no es algo que me haga feliz. —comencé a relatar todo lo que hemos vivido desde que la volví a ver en el hospital hasta ahora que esta viviendo en mi casa.
—Pero eso no es todo. —mi nana es tan sabía. Negué y esta vez fue ella la que tomo mis manos entre las suyas y me dio un apretón para darme fuerzas y continuar con lo más difícil.
—Una semana después de que volviera a hablar con ella comenzaron a llegarme notas pidiéndome que la dejara, luego fueron amenazas sobre mi. —llevo una mano a su rostro por lo último que dije.
Decidí continuar antes de arrepentirme y no decirle. —Recientemente las amenazas aumentaron y en la última que llego hoy… me amenazaron con hacerte daño a ti. —su rostro reflejaba miedo igual que el mio.
—Freen esto en muy grave, ¿ya denunciaste? —sabía que comenzaría con un regaño y no fallé. —Ya han pasado meses desde que esto comenzó y simplemente decidiste ignorarlo, esto es increíble Freen Sarocha Chankimha. —que usará mi nombre completo ya comenzaba a sentirme inquieta. —Eres muy imprudente, dime al menos que Rebecca a ya sabe todo esto. —bajé la mirada y eso le dio la respuesta. —No puede ser, de verdad Freen puedes estar en grave peligro. Eres una inconsciente.
—Nana sé perfectamente que no debí tomarlo tan a la ligera, pero necesito que vuelvas a la casa conmigo. —era momento de decirle a lo que vine. —Si ya saben quien eres vendrán por ti y no puedo permitir eso, déjame cuidarte. En la casa estarás a salvo, por favor ven a la casa conmigo. —le estaba suplicando que se mudara de nuevo conmigo.
—Si eso te hace sentir más tranquila con gusto lo haré. —dijo abrazándome y dejando un beso en mi cabeza. —Así aprovecho para conocer a esa jovencita que te tiene tan enamorada.
Le ayude a recoger sus cosas y después de una hora ya estábamos de camino a mi casa, sabía que esta decisión la tuve que consultar primero con Rebecca pero fue un impulso por esa nota que me llego.
Durante el camino mi nana me hizo algunas preguntas sobre Rebecca y le respondí lo mejor que pude, y también le explique a grandes rasgos como se encontraba después de su lesión, ella lo entendía bien y sabía que ella también la podría apoyar y aconsejar así como lo hizo conmigo.
—¿Rebecca? —pregunté apenas entramos a la casa, pero no obtuve respuesta. —¡Rebecca! —hable más fuerte pero de nuevo no obtuve respuesta.
—Iré a instalarme. —dijo mi nana y comenzó a caminar al cuarto de servicio, pero no iba a permitir que durmiera ahí siendo mi invitada.
—Nana, dormirás en una habitación de invitados. Eres mi invitada no mi sirvienta. —le aseguré apenas dio dos pasos lejos de mi.
—Pero niña, ese es mi lugar… —comenzó pero no le permití qué continuará.
—Tu lugar es la habitación de invitados, eres mi madre no puedo permitir que duermas en otro lado. —le aseguré.
—¿Como que tu madre? —preguntó Rebecca desde la puerta principal, cosa extraña porque se supone que debió de llegar de su terapia hace más de dos horas.
—¡¿Donde estabas?! —pregunte elevando la voz y sin importar exponer mis celos.
—Estaba con Ariana. —dijo como si nada, como si no se diera cuenta del tono de mi voz. —¿Es tu madre? —se acercó a mi y susurro cuando mi nana ya estaba subiendo las escaleras.
—¿Con Ariana? —ignoré su pregunta y volví al tema principal. —Se supone que tu terapia terminó hace dos horas. —volví a cuestionar.
—Si, bueno ella comentó que quizá hoy podíamos intentar algo más y acepté para ir aceptando la carga extra de los ejercicios. —con su mirada y con su movimientos exagerados sabía que me estaba mintiendo. Quería explicaciones, quería que me dijera la verdad. Pero no quería parecer una celosa que dudaba de su "amiga", porque si, seguíamos siendo solo amigas y eso me molestaba mucho.
No dije nada y la dejé parada en la sala para ir a ayudar a mi nana con su instalación, ya después tendría tiempo de pedir explicaciones y poder dejar salir estos celos que muchas veces me consumen.
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Mi Futbolista Favorita || FREENBECKY
RandomRebecca futbolista estrella del equipo profesional femenil al que siempre deseo jugar. Su carrera deportiva se ve opacada por una terrible lesión que la dejara fuera de las cachas en su mejor momento deportivo. ¿Freen; su pasado, su perdición, s...