Capitulo 13: Respiro

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Después de una larga sesión de sexo con Rebecca, nos encontrábamos en nuestra cama recuperando el aire luego de tan magnífico momento.

Me recosté en el pecho de Rebecca acariciando su abdomen y ella se entretenía dibujando figuras en mi espalda, a pesar de tan hermoso momento no podía de dejar de pensar en las amenazas y estaba seguro que pronto esto tendría consecuencias.

—Escucho tus pensamientos. —susurró dejando un beso en mi frente y abrazándome más fuerte. —¿Que sucede? —¿Como esta mujer puede ser tan fuerte y tan tierna a la vez? ¿Será este el momento de contarle todo? —Amor ¿que te preocupa?

—Yo… —no podía, no quería verla sufrir pero tampoco podía seguir ocultando esto. —Rebecca tengo miedo. —susurre contra su pecho e intentó alejarme, pero lo que más necesitaba en este momento era estar entre sus brazos sintiéndome protegida de todo.

—¿Miedo? ¿Miedo de mi? —dijo con un ligero temblor en su voz y no podía permitir que se sintiera responsable de este miedo. Me despegué un poco de ella y besé sus labios, reclamandolos como míos y trasmitiendole que mi miedo no es a ella ni a nuestra reciente relación.

—Te amo Rebecca y nunca podría tener miedo de ti. Nunca. —volví a besarla y ella me devolvió el beso con la misma intensidad. —Hay algo que no te he contado. —comencé a sentarme en la cama y ella hizo lo mismo, recargo su espalda en el cabecero y decidí sentarme sobre sus piernas.

—¿Que sucede? —preguntó colocando sus manos en mi cintura y sin despegar sus ojos de mis senos.

—Rebecca. —dije para recuperar su atención y lo hice.

—Lo siento, pero es una hermosa tentación en la que siempre voy a caer. Eres perfecta y te amo. —dijo uniendo nuestros labios nuevamente. —Lo siento, continúa.

—Rebecca necesito toda tu atención ¿si?, porque sino lo digo ahora tal vez no tenga el valor de decirlo. —asintió y posó sus ojos en los míos, prestando toda su atención.

—Desde el momento en el que nos reencontramos me han estado llegado amenazas para alejarme de ti, eran pocas pero en las últimas semanas se han vuelto más frecuentes y ya llegaron a pincharme las llantas de mi coche. Tengo miedo de lo que nos puedan hacer. —solté con temor a su reacción.

No dijo nada, desvío sus ojos de los míos y esa reacción comenzó a preocuparme. Aunque el simple hecho de que no me alejara fue un buen indicio, lo siguiente que hizo no me lo esperaba, creí que explotaría y me comenzaría a reclamar por no decirle antes pero fue todo lo contrario. Me atrajo a sus brazos y no pude evitar esconder mi cabeza entre su hombro y su cuello.

—Amor. —susurró pero todavia tenía dudas sobre su reacción y no quería alejarme. —¿Por qué no me lo dijiste antes? —pregunto con la voz calmada, si tuve dudas de su estabilidad con esto comprobaba que ella es más fuerte que yo, y que si tuvo su mal momento ahora mismo estaba mejor que nunca.

—Quería protegerte, no quería que tuvieras preocupaciones, necesitabas tener estabilidad para salir de tu depresión y esto podría ocasionarte una crisis. —dije alejándome de ella lo suficiente para verla a los ojos. —Yo… yo solo te quería proteger, pero ahora me doy cuenta que no puedo hacerlo, no sin tu apoyo. No sin ti.

—Freen, necesito que me cuentes todo ¿vale? —dijo acariciando mi mejilla. —Lo vamos a resolver juntas, estoy bien, las sesiones con Fay han servido de mucho y ahora mismo soy capaz de canalizar todas mis emociones de una mejor manera y por ti soy capaz de todo.

Me lancé otra vez a sus brazos y dejé que mis lágrimas salieran, Rebecca nos volvió a acomodar en la cama y sus caricias me tranquilizaron hasta que comencé a perderme en el sueño.

—Te amo y voy a protegerte de quien sea necesario. —susurró y después de eso no supe más.

A la mañana siguiente desperté en los brazos de Rebecca, me estaba abrazando desde atrás y estar así hizo brincar a mi corazón de alegría.

—Buen día, hermosa. —susurró con una voz ronca que me hizo sentir cosquillas en todo el cuerpo. —Te amo. —volvió a hablar dejando un beso en mi cabeza.

—Buen día, amor. —dije dándome la vuelta entre sus brazos. —¿Como estás? —pregunté haciendo referencia a lo que hablamos ayer.

—Bien, confía en mi. Estoy bien y vamos a estar bien. —aseguró y le creí, por la seguridad de sus palabras.

—Gracias. —me escondí en su cuello, inhalando su dulce aroma. —Y yo también te amo.

El desayuno fue uno de los mejores que he tenido, gracias a los gestos de Rebecca, a sus caricias, sus cumplidos. Todo, absolutamente todo hace que me enamore más de ella.

Pero no todo era color rosa y en el fondo lo sabía, sentía que este momento podía llegar y así fue, dejé a Rebecca en la clínica para su fisioterapia y alrededor de treinta minutos llegué al club y todo estaba bien. En mi escritorio me encontré con una lista de las siguientes universidades a visitar y ese era mi mayor motivo para dejar este puesto, estoy estudiando para ser directora técnica o en su defecto auxiliar técnica, de esta forma podría buscar un lugar en el equipo y ya no tener viajes repentinos, porque es mil veces mejor viajar cada dos semanas y saber que ya están programados.

Durante el día tenía una extraña sensación y para asegurarme que con mi nana y con Rebecca todo estaba bien las estuve llamando cada media hora, hasta que me dijeron que no volverían a responder y si sucedía algo ellas se comunicarían conmigo.

Antes de salir de la oficina me llegó un correo con una sutil amenaza.

Te lo advertimos y no hiciste caso, llegó tu hora y para tu mala suerte nada va saber donde encontrarte. Es hora de recuperar lo nuestro.

Termine de leer y comencé a llamar a Rebecca y no respondía, tres tonos más y tomó la llamada.

—Hermosa… —fue lo único que escuche cuando mi puerta se abrió de golpe y entraron dos personas vestidas de negro y con pasamontañas, intenté defenderme, los golpeé con mis brazos y mis piernas pero en cuanto pusieron un pañuelo sobre mi boca y nariz sabía que ya no podía hacer mucho.

Todo se volvió negro.

LichoLicho8

Mi Futbolista Favorita || FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora