CAPÍTULO 3

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A pesar de intentarlo una y otra vez, recuerdo perfectamente ese sentimiento horrible con el que vivía.
Me sentía inútil, no podía con la situación, no lo merecía, pero era tan grande el amor que prestaba hacía él, que me impedía levantar cabeza. Y sin apenas sentimientos en pie, me despertaba día a día para vivir una vida a su lado.
A veces me pregunto, ¿por qué sería que lo amaba tanto? Si el amor que me causaba esa relación me estaba matando poco a poco...
Aún así, secaba una y otra vez mis lágrimas mientras abrazaba mi peluche favorito, recordando momentos que probablemente jamás volverían a repetirse.
Que duro era ver como tu relación se iba consumiendo... ¿Y tú? Expectante e impotente sin poder hacer nada para salvarla...
Podría decirse que en ese momento ya había tocado fondo, no podía levantar cabeza, mí autoestima estaba por los suelos y mis ganas de vivir eran mínimas.
No me hacía a la idea de que pudiera doler tanto... Pero cuando creía que nada más podía ir peor, seguí bajando poco a poco. Hasta el punto en el que ni yo misma sabía lo que valía, dejé de ser mujer por un momento.
Era mi forma de pensar, creía que la vida rutinaria que él me había dado o podría decirse, impuesto, sería la que llevaría conmigo el resto de mis días.

DE ORO BLANCO Y DIAMANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora