CAPÍTULO 12

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Ese cigarro que se me consumió al quedarme hipnotiza mirando esa rosa, seca pero no muerta del todo, que exactamente era como podía describir mi relación con él.
Era increíble como esa flor marchitada por el paso del tiempo seguía en pie, como el primer día.
Podría decirse que esa rosa nunca murió y dudo que muera algún día. Podría ser porque el amor de verdad no acaba nunca.
Me sentía muy engañada, pero yo mismo me di cuenta que no podía mentirles a mis propios sentimientos.
Creí que jamás volveré a escribirte a la manera que solía hacerlo antes, con esa soltura, esa fluidez con la que marcaba el papel con todo mi dolor.
Creía haberlo olvidado, pero me di cuenta que tal y como esa rosa, el brillo que surgía entre nuestras miradas, nunca moriría.

DE ORO BLANCO Y DIAMANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora