DE ORO BLANCO Y DIAMANTE

CAPÍTULO 9

Lentamente, una tras otra fueron cayendo lentamente cada lágrima por mi mejilla. Una sensación de tristeza se dueña de mi mente, cual no me dejaba ni siquiera vivir.
Todo lo que me estaba sucediendo era tu culpa, pero más aún la mía, por volver a verte.
Sabía que esto acabaría pasando, había algo que me intentabas decir entre líneas e inmediatamente lo entendí.
No nos hicieron falta palabras, con tan solo mirarnos me di cuenta que los dos moríamos por besarnos...
Lo peor de todo es que no podríamos hacerlo. Existía una gran barrera entre tú y yo que impedía que nos volviéramos a encontrar mutuamente, que pudiéramos ser felices.
Existía algo realmente fuerte que me estaba quitando lo único que me daba las ganas de sentirme viva. Sin saber que por muy complicado que fuera acabar con esa barrera, nuestro amor estaba por encima de todo.
Nos unimos de nuevo, me agarraste de la mano y es justamente en ese momento cuando me doy cuenta de que vengan los obstáculos que vengan los podríamos superar siempre que estuviéramos juntos.
Pero no nos bastaba con eso, vamos moríamos el uno por el otro. Era imposible negarlo. Nada ni sobre todo nadie nos podría quitar las ganas que nos teníamos. recuerdo que me mirabas fijamente y yo quitaba la mirada con bastante timidez, me rozabas la pierna una y otra vez con tus dedos, se me iban subiendo las pulsaciones. Sabías que me estabas intimidando pero no dejabas de hacerlo. Cada vez me sentía más cerca de ti estaba entendiendo perfectamente lo que me querías decir.
Seguía siendo tu punto débil, no podías aguantar las ganas de hacerme tuya. Y ¿cómo negarme? Si estaba locamente enamorada de ti...
Está ahí cuando el destino hizo que volviéramos a encontrarnos en la cama deshecha.
Sabíamos que no estaba bien lo que estábamos haciendo, pero yo te quería tanto que no pude evitar besarte de nuevo.
No sabría si arrepentirme o no, pero lo que sí sé, es que volvería a besarte mil veces más.
Todo fue culpa de la tentación, fue culpa del destino, y podría culpar al mundo entero si no supiera realmente que la culpa fue nuestra por amarnos tanto.