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Ya había pasado una semana desde que parte de la tripulación partió en busca de más riquezas.
Pero hoy por fín volverían sus gyojins favoritos para acabar con el aburrimiento de la jovencita de diecisiete años, la más chica de la tripulación.
No es que no le cayeran bien los que se quedaron con ella, pero es que nada se compara con Kuroobi, Hatchan y Chew
Sus ojos se movían de un lado al otro, observando como los hombres-pez trasladaban el tesoro que habían "encontrado" hacia el interior de Parque Arlong.
Tenía el iris pintado de un verde intenso, que reflejaba la alegría de ver a la tripulación de nuevo y, a la vez, curiosidad y emoción por ver lo que traían en sus manos.
Sentada sobre un muro que le daba altura suficiente para que todos pudieran verla, saludaba con entusiasmo y le contagiaba su alegria a cada uno de esos seres que podrían hacer que cualquiera se echara a correr de miedo.
Sus comisuras se elevaron aún más cuando a los lejos vio un ropaje en específico y de un salto de bajó de su posición estratégica.
—¡Kuroobi!—la joven se abalanzó sobre la espalda del de peinado puntiagudo.
El hombre-pez se dió la vuelta dejando escapar una carcajada y con su voz monstruosa saludó a la rubia.
—¿Cómo has estado, sirenita?—con un bruto abrazo, elevó a la chica y la sacudió como si de un peluche se tratase.
Las risas de la más joven llamó la atención de otros dos.
—¿Ya viste, Hatchan? Ahora hay preferencias.—comentó fingiendo estar ofendido el gyojin de cabello rubio al más grandulón.
La chica tornasol se liberó de los brazos de Kuroobi para correr al saludo de sus otros dos amigos.
—¡Hachi! ¡Chew! ¡Los extrañé!—les un dio un abrazo a cada uno y el de mayor tamaño la subió a su hombro sabiendo que Umi disfrutaba tener un amplio rango de visión.
Desde donde estaba pudo distinguir aquella cabellera que le parecía la más bonita de todas.
Una bella cabellera naranja que siempre llamaba la atención de la joven, aunque debajo de ella solía encontrar un rostro frio y desganado. El cual la observaba cuidadosamente desde su lugar.
—¡Hola, Nami!—Umi elevó su mano con entusiasmo esperando recibir la misma energía de la otra parte.
En su defecto, la navegante soltó un suspiro de resignación y volteó a mirar a otro lado.
—Sé que estás feliz, Umi, pero ya deja de gritar. ¿Quieres?—la regañó aquella voz que anhelaba tanto escuchar.
—Arlong.—susurró la nombraba con notable emoción, parecía querer explotar de la felicidad.
Se bajó del hombro de su amigo y corrió a pararse en frente del capitán resistiendo sus ganas de abrazarlo. Pues, este no era tan afectuoso como sus súbditos.
De hecho, le daba náuseas la idea de abrazar a la rubia, o a cualquier individuo, realmente.
Además, ella solo era parte de su tesoro. ¿O no?
Al menos eso pensaba desde ese día que se robó a la pequeña criatura arcoiris de las profundidades del océano como consuelo por no haber encontrado aquella piedra preciosa que podría hacerlo el pirata más poderoso de los mares.
Solo el gyojin conocía el origen de la chica frente a él.
Pero era de público conocimiento el valor de su vida, luego de que una investigación del gobierno diera como extinta a su raza el mismo día que descubrieron su existencia.
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✦ Ojitos de Mar - One Piece Live Action ✦
Fanfiction✦━─━─━─ 「✦」 ─━─━─━✦ En el crepúsculo de un mundo de mares infinitos, Umi vivía con la magia de su nombre: "mar". Su cabello rubio cenizo se vestía de un color tornasol que reflejaba los colores similar a cuando...