✦ No deberías estar aquí. ✦

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La chica arcoiris nadó en línea recta por muchas y muchas horas. Sacando de vez en cuando su cabeza a la superficie para ver con más claridad si la pelinaranja se encontraba cerca.

Para nada estaba cansada. Al contrario, sentía como si el estar en el agua la llenara de energía.

Nuevamente subió a sacar su cabeza y observó sus alrededores. Para por fin, encontrar a lo lejos, aquella cabellera que buscaba.

La navegante estaba sumida en sus pensamientos, viendo a profundidad el mapa que tenía en sus manos.

Estaba aprovechando el viento a su favor para dejar de remar por un rato.

Umi aumentó su velocidad hasta estar a un lado del bote. Nadando cerca de la superficie y provocando pequeñas olas que desconcentraron a Nami.

La mayor observó el alrededor y luego al cielo, buscando la explicación a ese movimiento que anteriormente no estaba presente.

La rubia dio unas vueltas debajo del bote que provocaron que este comience a girar en su propio eje, como si se lo estuviera tragando un remolino.

—¿Qué demonios?— Nami asomó su cabeza hacia un lado del pequeño bote.

Al ver la sombra de la navegante, proyectarse en el agua, Umi decidió hacer su gran entrada.

Simplemente, sacó su cabeza por dónde miraba la otra chica con una gran sonrisa y ojos verdes.

—¡Sorpresa!—la voz aguda de la más joven, mientras aparecía de la nada como un animal marino hizo que el alma de la navegante abandonara su cuerpo.

El cuerpo de Nami se alejó del borde del bote, cayendo sentada del otro lado y sacudiéndolo bruscamente.

—Cuidado. Te hundirás si te mueves así.— advirtió con algo de gracia en su voz.

Se metió debajo de la madera para estabilizarlo y luego volver a la superficie.

—¡¿Umi?! ¿Qué estás haciendo aquí?—la chica seguía impresionada. Llevó una mano a su pecho para sentir como su corazón parecía salirse de su lugar.

—Quiero acompañarte a tu misión. Creí que necesitarías ayuda porque vas sola.—explicó con inocencia.

—No,no y no. No puedes estar aquí, Arlong te lo prohibió.—frunció el ceño con enfado.

No por la desobediencia de la rubia. Ella podía hacer lo que quisiera.

Sino, porque ahora ella estaba involucrada en esa desobediencia y eso le traería problemas.

—Arlong no me prohibió acompañarte. El me dijo que no podía ir con la tripulación, pero nunca dijo que no puedo estar contigo.—explicó con orgullo, como si hubiese dicho la frase más inteligente del mundo.

Nami se pasó las manos por la cara con total frustración.

—Umi, no puedes acompañarme. No necesito tu ayuda. Vuelve a Parque Arlong de una vez y no digas ni una palabra sobre que saliste de allí.—le ordenó viendo como sus ojos comenzaban a apagarse.

—¿Y cómo vuelvo?—preguntó mirando a su alrededor.—No sé volver. Voy a perderme.—intentó tergiversar las cosas como ya se le estaba haciendo costumbre.

—Desde el mismo lugar que viniste. Solo hemos hecho una línea recta.—Nami rodó sus ojos, dándose cuenta de que intenta usar la misma estrategia de convencimiento que usaba con Arlong.

—¡Por favor, Nami! Puedo serte útil. Prometo no molestar.—juntó sus manos entrelazando sus dedos e hizo un puchero que a cualquiera podría convencer.

✦ Ojitos de Mar - One Piece Live Action ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora