✦ Ojitos de Mar - One Piece Live Action ✦

✦ Rosa. ✦

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—¡Me gusta mucho!—habló con felicidad la niña arcoiris, mientras Nami terminaba de acomodarle los últimos detalles. 

Se estaba probando un vestido rosa viejo, con mangas largas y algo pomposas como de princesa y un corte por encima de las rodillas en forma triangular. Tenía un escote en forma de corazón y un lindo moño en la espalda baja que permitía ajustar el vestido al tamaño correcto de su torso.

—Te queda perfecto. Ahora ayudame a buscar algo para mí.—le pidió la navegante.

Desde el vestidor oyeron la voz de Luffy. Quién se encontraba tirado en un pequeño sofá bastante pensativo.—¿Por qué alguien podría necesitar tanta ropa?—preguntó.

—Con estas personas no se trata de necesidad. Se trata de querer.—contestó Nami mirando a la rubia disfrutando de su vista en el espejo.

Esa descripción también aplicaba para ella, aunque no en el mismo contexto.

—¿Qué se supone que deberíamos usar?—cuestionó nuevamente el capitán.

—Lo que te dé la gana.—tomó a Umi de los hombros y la sacó del vestidor.—¿Cuando volverás a tener la oportunidad de ver algo tan bonito como esto?—le mostró a la chica y la hizo dar una vuelta.

El ruloso observó a la tornasol con atención y ante los ojos de ella, su nube se pintó completamente de rosa.

—Se ve como Umi.—fue lo único que supo decir ante su aturdimiento, ofendiendo el buen gusto de la navegante que había escogido vestirla de esa manera.

Aunque para él eso era un cumplido. Después de todo, pensaba que la rubia siempre se veía bonita.

Nami rodó los ojos y se llevó a la chica para que ahora sea ella la que la ayude a vestirse.

Por el pasillo venía pasando el espadachín recién aseado, que se detuvo al ver que su capitán estaba en esa habitación.

—¡Oye, Zoro! ¿Qué vas a usar?—le preguntó alegre de verlo.

El nombrado entró con sus espadas al hombro y observó la habitación.—La ocasión amerita negro.—contestó luego de soltar un suspiro.

—Que arriesgado.—se burló la pelinaranja.

—Oigan. ¿A ustedes no se les hace conocido el mayordomo?—les preguntó, acomodando sus espadas y sentándose en un sofá de por ahí.

La navegante sacó la cabeza y habló con sarcasmo.—Claro. Estuvo en la última cena de ricos a la que fui.—.

—¿De verdad?—preguntó la rubia, sorprendida de que Nami asistiera a esos eventos.

La pelinaranja solo negó decepcionada de su poca compresión. Hacía un rato de que le había dicho lo inteligente que era.

—¿Pudiste ver la nube del mayordomo?—la navegante le preguntó en susurro.

—No... Pero tiene cara de malo.—contestó en el mismo tono. 

—Estoy seguro de que lo he visto en algún lado.—salieron de su pequeña conversación al oír de nuevo la voz del espadachín.