Capítulo 2

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Tamboreando los dedos sobre el escritorio, Mordecai esperaba paciente la llegada de Asa a su oficina. Se sentía ansioso por la información que le sería compartida, aunque en el fondo presentía que las cosas no marcharían bien. Eso que la gente suele llamar malos presagios. Quitó todo pensamiento negativo de su cabeza y solo dejó su mente tranquila.

La puerta de la oficina se abrió tranquilamente y la figura robusta del gato naranja se dio paso en la oficina, cargaba algunos papeles en una caja pequeña de cartón, y por supuesto, su puro en la boca.

-¡Madrugaste! Pareces muy interesado en esta misión a diferencia de otras ocasiones -dejaba la caja y tomaba asiento frente a él-. ¿Ya desayunaste? Yo estoy en ayunas.

-Un refrigerio nada más.

-Te desmayarás en medio de las misiones si solo vas con un refrigerio en la panza -llevó sus manos a su boluptuoso abdomen-. No me conviene perder a mi mejor hombre por una causa ridícula.

-Ya me tomaré mi tiempo de comer algo mejor -miró las hojas de reojo-. Quisiera que abordáramos sobre el tema.

-Sí, bueno. Es simple. Dos noches atrás, otros de mis muchachos intentaron (atrapar sin éxito), un camión de tartas que viajaba sospechoso en medio del bosque a altas horas de la noche -retiró el puro de su boca-. Por supuesto que ya antes de ese incidente, un par de mocosos parecían extraviados en el bosque. Cerca de la funeraria.

La vista de Mordecai se enfocó en Asa cuando comentó lo de la funeraria.

-Wes los describió como una chica de cabello corto y un joven que tenía vendajes en la cabeza, lucía demacrado y tenía grandes ojos azules -continuó-. Pudo reconocer que el chofer del camión era ese mismo joven, aunque esta vez parecía un lunático vestido en color azul y sonrisa de oreja a oreja. Pero llevaba consigo a otro compañeroncon un arma que por poco y los manda al más allá -rió por lo bajo.

-Entiendo.

-Existe la sospecha de que la funeraria no está siendo del todo "exclusiva" con nosotros. Hay una "vieja competencia" queriendo resurgir de entre las cenizas -inhaló una gran bocanada de humo y la expulsó por sus faces como un dragón-. Sabes de quién hablo, ¿verdad?

Mordecai tragó en seco ante la pregunta, era bastante obvio que se trataba de un ellos: -Lackadaisy -susurró.

-¡Exacto! Parece que la "ojos de conejo" no se va a dar por vencida aún con lo hablado en el molino -Asa se dejó caer el su sillón.

-¿Y qué quiere que haga?

-La preguta está de más, Mordecai -se recargó sobre el escritorio-. Quiero que los quites del camino.

♧♧♧

En el camino, Nico y Serafine cantaban en voz alta canciones sin importarles qué.

-¡Guarden silencio. Podrían llamar la atención! -protestó Mordecai por todo el ruido generado.

-¡No te enojes, cher! A todo el mundo le gusta cantar -se burlaba el gato blanco sin quitar los ojos del camino.

-Sí, pero ahora no es el momento.

-¡Uuuuuh! ¿Angustiado, peekon? Estás más irritante que de costumbre -la mujer se giró para ver mejor a su compañero que viajaba en el asiento trasero-. ¿Sentimental por los viejos tiempos?

Mordecai se limitó a mirar por la ventana, detestaba a ese par de hermanos como no tenían idea. Y la sola idea de imaginar que se tratasen de los chicos de Lackadaisy empeoraba aún más las cosas. Un mar se sentimientos encontrados hacían un tornado dentro de su cabeza.

RehénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora