Capítulo 7

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Asa Sweet decidió dar un pequeño paseo por su hotel, necesitaba tomar un poco de aire fuera de su oficina, ver otras caras y lugares. Recorriendo cada pasillo, cada cada escalera, sentía que su gordura lo iba a matar antes de recordar cómo era su hotel.
Se daba algunos pequeños descansos para tomar aire y continuar.

-Creo que no bajaré tanto -dijo sentándose en las escaleras jadeando del cansancio. Cuando vio salir de una habitación a Nico, este estaba en pijama y llevaba una bolsa en la mano. Cuando notó la presencia de su jefe casi se desmaya del susto.

-¡Jefecito, qué milagro! -disimuló su asombro-. ¿Qué hace despierto a estas horas?

-Lo mismo te iba a preguntar, Nico.

-Solo iba a un mandado, es todo -se encogió de hombros esperando que no le preguntara más cosas-. ¿Le acompaño a su oficina?

-No, vine a dar un paseo, ya ni recuerdo lo que hay dentro de mi propio hotel -se rió a carcajadas que pronto fueron calladas por una tos-. Ya estoy viejo para las caminatas largas. He de volver para continuar con mis negocios -se puso de pie y estrechó su mano con el joven para luego retirarse de ahí-. A propósito, si te encuentras con Mordecai, dile que ocupo verlo en mi oficina.

-Se lo diré -saludó como un soldado mientras sonreía nervioso y esperó a que su jefe se fuera de esa planta. Cuando lo vio lejos, bajó a toda prisa directo al sótano; ahí lo esperaban Mordecai, Serafine y por supuesto  Rocky.

-¿Qué pasó? Demoraste mucho con ese simple encargo -preguntó el gato negro sacando el contenido de la bolsa.

-Me encontré a Asa -las orejas de Mordecai se rigidizaron y Serafine se quitó el cigarro de la boca.

-¿No te siguió el gordo?

-No. Se regresó porque le pesa la barriga -hizo un ademán fingiendo ser su jefe-. Y me aseguré de que no me siguiera.

-Bueno, tarde o temprano él podría descubrirnos -comentó Mordecai sacando unas prendas de quinta que Nico consiguió para Rocky-. Nico, tú lo vas a bañar, así que date prisa.

-¡Ay, no! No otro favor, ¿no podemos simplemente dejarlo así mugroso como cuando llegó aquí? -preguntó molesto.

-No mientras sea yo quien siga cuidando de él. Esto se los dejo a ustedes para que escarmienten -miró a Serafine-. Sal de aquí y espera allá arriba.

-No me movería de aquí a menos que fuera a ti a quien viera ducharse -se burló la mujer con mirada intensa del gato negro-. Pero como gustes.

Subió escaleras arriba y dejó a los tres hombres en el sótano. Rocky tenía una mueca de incomodida por tener que repetir un baño con ellos.

-¿No podría hacerlo yo solo y a solas? Digo, es mi cuerpecito.

-Te multaron una ocasión por andar desnudo por las calles, ¿piensas que dudaría de tu capacidad para escapar aun en esas condiciones? -argumentó el gato de anteojos y Rocky solo quedó fascinado por su respuesta.

-¡¿Cómo supiste eso?!

-No preguntes, niño.

-Bueno, ¿al menos podrías ser tú quien realice el trabajo? -la petición hizo que Mordecai esbozara el gesto más exagerado de disgusto y por consecuencia, Nico estalló a carcajadas.

-Cher -intentaba hablar pero la risa lo impedía-, creo que quiere que tú lo desvistas -el tono de voz de Nico era muy sugerente.

-¡¿Qué?! Yo no haré eso. Eso lo hará Nico -le entregó la ropa y Nico seguía carcajeándose-. ¡¿Por qué lo haría yo?!

RehénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora