Capitulo 25 -Hormonas

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Alonso miró fijamente a Roberto.

No lo habìa visto antes, y eso le extrañaba. Siempre estaba pendiente de las personas que rodeaban a su hermano—dicimuladamente, claro—, y nunca se había topado con un rostro parecido.

No queria que nadie se aprovechara de Jorge, por que en el fondo sabìa de lo inocente que este era, aunque él no lo reconociese.

Miró una vez más al castaño. Tenía una expresión enojada que le hacía ver en extremo, gracioso. Rió por lo bajo. Al parecer era un buen muchacho, y no tenía de que preocuparse. Así que no desaprovecho la oportunidad y preguntó:—¿Sabes que pueda estar pasándole? El enano se levantó muy raro. Me preocupa—dijo tratando de sacarle información.

Roberto negó con la cabeza.

—Mocosos...—Alonso puso los ojos en blanco. Sabia de sobra que a esa edad los muchachos se tapan todo, así que desistió de seguir preguntando. Por el contrario, sacó la llave de su bolsillo y luego abrió la puerta— ¿Vas a pasar o prefieres que te carge como si fueramos recien casados?—bromeó.

Roberto le fulminó con la mirada; no obstante, resopló y pasó a la casa.

—Ponte cómodo—Alonso cerró la puerta tras de él y sin esperar un segundo más se desato la incomoda corbata—. Esperalo—le planteó—no creo que tarde.

Roberto caminó sintiendose extraño,y con lentitud se acomodo en una de los sofás que habia en la amplia estancia.

—Como odio esta maldita ropa—se quejó Alonso. No soportaba más; aún peor, odiaba que le hallan llamado de la empresa el día de su descanso.

—Cabrones...—susurró mientras iba sacandose el saco, luego con más fuerza de lo normal y casí arrancamdosela, siguió con la camisa—¡¿No saben que incómoda es esta puta ropa?!—exclamó, sacandose el pantalón de un tirón.

¡Joder! Miró el desastre que había dejado en la sala. Resopló pesadamente e inconcientemente se acomodó el enorme bulto que se marcaba en sus boxer.

—¿Qué?—preguntó cuando se percató que los ojos del amigo de su hermano lo miraban fijamemente.

—¿Ah? Nada—respondió desviando la mirada.

Alonso sonrió ampliamente. Sabìa que el muchachito se había quedado mirando, perplejo, su paquete. Pensó un poco y llegó a la conclusión de que las razones podrian ser dos. Uno: El muchachito estaba sorprendido de ver la verga de alguien mayor o dos: el muchacho era joto.

Un brillo extaño destelló en sus ojos, al parecer, tener al amigo de su hermano en casa iba ser interesante.

—Tengo un cuerpo irresistible ¿Verdad?—bromeó. Primero queria ir tanteando terreno. El muchachito no hizo caso a sus palabras y en todo momento desistió en mirarlo—¿Quieres tocar?—preguntó mientras pasaba lenta y provocativamente la mano por su abdomen.

—Sí...¡No! No...no...—Roberto se ruborizó ante tal metida de pata— ¿Qué mierda hablas?—trató de retractarse, aunque sabía que era muy tarde para hacerlo.

Alonso ensancho aún más su sonrisa. Como un depredador, se había percatado del temor y los nervios del muchacho, y no dudo ni un momento en divertise con ello.

Caminó lentamente, mientras pensaba que era lo exactamente iba a hacer. No tenía nada en mente, sin embargo y sin darse cuenta ya estaba parado frente al muchachito.

"¡Mierda!" Exclamó dentro de sí.

Roberto trató de apartar en todo momento la vista. Aunque a estas alturas le era imposible, Alonso estaba demasiado cerca, casi con su paquete rozandole la nariz. Disimuladamente respiró, y como una ráfaga, el olor masculino de Alonso le inundarón las fosas nasales.

Me enamore del mejor amigo de mi hermano (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora