Capítulo Once.- Terapia de trio.

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Diego había aceptado muchas horas extra en las ultimas semanas solo para estar ocupado y pasar en casa el menor tiempo posible.

En su mente surgían todo tipo de ideas locas y la paranoia se apoderaba de él en cada situación en la que Lila y Cinco se encontraban juntos, o pensaba que podía encontrarse, al punto que aquello comenzaba a obsesionarle.

Le costaba dormir y cuando conciliaba el suelo lo atacaban extrañas pesadillas en las que regresaba a casa del trabajo, encontrando a su hermano en pleno acto con Lila o en las que su querida hijita Grace llamaba "papi" a Cinco.

Odiaba a los loqueros pero debía reconocer que se había sentido un poco mejor al poder hablar de las enormes astas de ciervo con las que su esposa le había coronado y esta dispuesto a intentar lo que fuera por conservar a su familia. 

Fue el primero en llegar a la terapia, la sesión se presentaba difícil ya que en ella se encontraría Cinco además de su esposa. 

- Buenos días señor Hargreeves. - saludo el terapeuta.

Diego respondió el saludo cortes antes de tomar asiento en el sillón. 

- ¿Cómo se siente hoy?.- pregunto el terapeuta haciendo tiempo a que llegara el resto de los integrantes de la sesión.

- Bien.- dijo cortante. 

- Pensé que vendría junto a su esposa.

La secretaría interrumpió la conversación anunciando la llegada de otro componente de la sesión. 

El terapeuta pidió que le hiciera pasar y Cinco atravesó la puerta de la forma tradicional. 

- Me alegra que pudiera hacer un hueco en su agenda. Por favor, tome asiento. 

Cinco se sentó en el otro extremo del sillón dejando un abismo helado entre ellos.

- ¿Qué les parece si me responden una pregunta simple mientras esperamos a la señora Pitts?

- Señora Hargreeves.- le corrigió Diego con un gruñido.

- ¿También decides que apellido debe usar?.- le recrimino Cinco.

- ¡Es mi esposa, pendejo, asúmelo!.- exigió Diego poniéndose en pie. 

Cinco se levanto de su asiento, enfrentando a su hermano.- ¡Es un ser humano, imbécil, no te pertenece.

El terapeuta se posiciono entre ambos.- Calma señores, recuerden que están aquí para arreglar sus problemas no para pelear.

- Yo me calmo si él se calma.- dijo Diego.

- Tú primero.- gruño Cinco 

Ambos intercambiaron miradas de odio mientras volvían a poner sus posaderas en el sofá.

-¿De quien surgió la idea de venir a terapia?.- pregunto el hombre mirando a ambos alternativamente.

- No tengo idea.- dijo Cinco.

- ¿Estas seguro que no fue tuya? Suena como una de tus grandes ideas.- señalo Diego buscando ser sarcástico e hiriente.

- Alguien tiene que tenerlas para compensar lo zoquetes que sois.

- Caballeros, por favor.- pidió el terapeuta. 

Por suerte la secretaría informo de la llegada de la mujer a la cual pidió que dejara pasar de inmediato.

- Buenos días señora Pitts, ¿Cómo esta?

- Enfadada.- declaro mirando a su marido.- Se suponía que alguien debía comprar la cartulina para el trabajo de Grace.

La terapia de los HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora