En las redes oscuras de cada empresa, donde la ley no tiene voz ni voto y el poder se mide en balas, las mafias gobiernan a su gusto.
Sus nombres son susurros en los pasillos oscuros, pero sus acciones brillan en toda la ciudad. Mostrándose ante al...
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Kevin L.
El último mes a cargo de Elioth había sido una erupción de emociones. La tensión en el ambiente había aumentado conforme pasaban los días, y entre ellos, aquello que antes se consideraba como una broma, ahora aparentaba tener más peso en ambos.
Era consciente de que al principio había algo, tal vez una ligera chispa tras la atracción mutua, pero jamás se vio nada más allá de juegos al haber sido todo tan sorpresivo.
Habían pasado de ser totales desconocidos, a tener que conocerse por medio de un expediente y convivir 24/7 tras la puerta de una cabaña en medio de la nada.
Ahora, después de dos meses de haberse conocido, se encontraba colocando los últimos toques en la mesa cobijada por un mantel negro, asegurándose de que cada platillo y cubierto estuviera en su lugar. No sabía por qué se tomaba esa cena tan enserió, pero algo en él lo hacía dar lo mejor de sí para que la noche resultara ser de cinco estrellas.
Había optado por algo no tan extravagante, inclinándose en un par de filetes a la New York junto a un puré de papas y su ensalada correspondiente. Sabía que aquel platillo sería la combinación perfecta para una copa de vino y la luz de las velas. Así que no habría falla.
Dio un último vistazo a la mesa y quedo satisfecho, la vista frente él era digna de una pedida de mano, o hasta un aniversario. Pero solo estaba siguiéndole la corriente al chico del cual tenía que hacerse cargo, ¿por qué poner tanto empeño?
Decidió no darle más vueltas al asunto y sacarse el mandil para así ir hasta el cuarto de Elioth con una vela en mano y tocar su puerta, siendo recibido enseguida por una sonrisa coqueta y un puñado de pecas.
—¿Se le ofrece algo, Sr. Lorusso? —nombró por primera vez su apellido, enviándole un escalofrío por toda la columna vertebral. El acento y la manera tan jugosa en la que lo pronunciaba mando una descarga eléctrica por todo su cuerpo.
