En las redes oscuras de cada empresa, donde la ley no tiene voz ni voto y el poder se mide en balas, las mafias gobiernan a su gusto.
Sus nombres son susurros en los pasillos oscuros, pero sus acciones brillan en toda la ciudad. Mostrándose ante al...
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Elioth T.
Estaba lloviendo a montones.
Las nubes grises cubrían el cielo por completo, algo normal en esos días húmedos. Para Elioth era satisfactorio escuchar como las gotas constantes formaban una cortina transparente por todo su alrededor. Cayendo del cielo gris en medio de ventiscas y relámpagos, cobijando el ambiente de un sonido tranquilizador.
Frente al ordenador, sus cabellos azabaches tapaban parte de su vista, siendo una constante molestia no poder observar por completo la figura esbelta de Kevin posado frente la ventana entre distracciones que tomaba de su trabajo.
Desde el día que habían cedido ante el deseo y dado paso por fin al toque entre sus labios, el ambiente había cambiado a uno más fogoso y coqueto, siendo común el contacto entre sus cuerpos. Sutiles roces y vagos ademanes por llevar las cosas por otros rumbos. Y de eso ya una semana.
No estaba seguro de que dos meses eran suficientes para sentir algo tan fuerte por alguien, pero por el momento, prefería no sentarse a pensarlo y disfrutar del momento. Ya suficiente tenía con los problemas que el mismo había creado en la empresa familiar como para agregar una preocupación más a su mente.
Dio una última ojeada al archivo frente a él y mandó sus puntos de vista de las nuevas propuestas a proyectos. Estos últimos días había decidido dejar en pausa a su curiosidad por descubrir secretos y únicamente concentrarse en el trabajo que había aplazado los últimos meses. No era demasiado, pero tenía que aceptar que si hubiera priorizado aquellos documentos, el día de hoy no estaría tecleado con fuerza y leyendo todo lo que pasaba frente a sus ojos tras la pantalla.
Antes de abrir un nuevo correo electrónico que lo llevara a una propuesta nueva o a una idea de marketing, se permitió ver una una vez más a Kevin, ya llevaba un rato con la mirada inmersa hacia afuera, cuando alzaba sus ojos de manera ocasional, podía contemplar la sobra de las gotas de agua contra su piel tostada, favoreciendo su vista.
